Mas planea convocar el 9-N horas antes para burlar el veto del Estado

Oriol Junqueras, ayer, a su llegada al Palau de la Generalitat para entrevistarse con el 'president' Artur Mas.

Oriol Junqueras, ayer, a su llegada al Palau de la Generalitat para entrevistarse con el 'president' Artur Mas.

XABIER BARRENA / FIDEL MASREAL / Barcelona

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El president de la Generalitat, Artur Mas, planea dar base  legal al «proceso participativo» del 9 de noviembre justo unas horas antes, el sábado 8 o el viernes 7. Así lo tenía acordado con los partidos proconsulta para tratar de mantener el 9-N inicial en pie. Y así lo comentó el propio Mas en la segunda de las cumbres del Govern con estos partidos, el 9 de octubre en el Palau Robert, cuando ya se dio por muerta la consulta inicial, según fuentes conocedoras de estos preparativos. La base legal de esta convocatoria sería el título III de la ley de consultas del Parlament, que habla de procesos participativos y que no fue suspendido por el Tribunal Constitucional.

El objetivo del plan de Mas es no dar tiempo al Gobierno del PP para impugnar este nuevo formato de consulta. Sobre la base legal que se usará para anclar la firma de la convocatoria, el president apuntó en las citadas reuniones la posibilidad de recurrir al título III de la ley de consultas, pero otras fuentes señalan que puede remitirse solo al Estatut y a algunas leyes no recientes que desarrollan el concepto de participación del texto estatutario, que en su artículo 43 afirma que «los poderes públicos han de promover la participación social en la elaboración, la prestación y la evaluación de las políticas públicas».

TERCERA CUMBRE / Tras la primera cumbre de partidos en el Palau de la Generalitat, la foto de la unidad se fue difuminando hasta que en la segunda reunión, y ante la crítica reiterada, sobre todo de ERC, de que el Govern no estaba haciendo todo lo posible, Mas expuso el plan de recurrir a otro marco legal y ratificarlo poco antes de ir a votar. No hubo unanimidad y todos se emplazaron a una tercera cita, la de Pedralbes, para decidir si había margen o no para el 9-N. Ese día el Govern anunció su intención de  transformar el proceso y buscar otro amparo legal.

Entre los planes de Rajoy no figura, en principio, pedir al Constitucional que impugne el título III de la ley de consultas. El Consejo de Estado desaconseja esta actuación preventiva. Otra cosa será cuando Mas convoque. Entonces el Ejecutivo del PP decidirá si presenta recurso, que ya no podría impedir las votaciones. La impugnación estatal tendría, pues, un valor político: restar valor al proceso participativo.

Cara al debate público, el Govern quiere ahora solo centrarse en recuperar cierta imagen de unidad política ante la votación. En este sentido, Mas y el líder de ERC, Oriol Junqueras, se vieron de nuevo tras la cumbre de partidos del Palau de Pedralbes.

FORCADELL DA UN PASO ATRÁS / En apenas una hora y cuarto -lo que da magnitud de la profundidad del diálogo- Mas y Junquras alcanzaron un acuerdo muy de mínimos, basado en conjurarse para que el 9-N sea un éxito; un empeño poco costoso tanto para el Govern como para ERC, que, a pesar de las críticas al nuevo formato, nunca ha negado el apoyo al proceso participativo. El conseller Francesc Homs dijo que ambos identificaron el «común denominador»: el 9-N. La líder de la Assemblea Nacional Catalana, Carme Forcadell, que el domingo exigió un anuncio de elecciones a cambio del apoyo dela ANC al «proceso participativo», ayer dio un paso atrás: «Ahora no tenemos que hablar de elecciones, sino del 9-N», dijo.

El miniacuerdo Mas-Junqueras fue poco costoso por cuanto todos se centran ya en las elecciones anticipadas.  ERC sigue preocupada por el qué y el cuándo, es decir, una proclamación inmediata de la independencia y comicios lo antes posible, y CiU sigue subrayando el quién y el cómo: lista conjunta. Los republicanos no quieren hablar de listas sin pactar el programa. CiU lo ve al revés.

De hecho, las palabras del conseller de Economia, Andreu Mas-Colell ayer en Londres, en la línea de abrir un proceso negociador con el Estado, que los republicanos entienden como dilatorio, es blandido por ERC como la muestra de que es muy difícil que ambas fuerzas vayan de la mano a las urnas.

La reunión de ayer, más allá de quitar el mal sabor de boca de la rotura del consenso soberanista, sirvió también para abrir un intervalo hasta el 9-N. La lucha final -unos, porfiando para conseguir las elecciones, y otros, para promover la OPA que facilite la lista conjunta- empezará el 10-N, tras la pretendida consulta que Mas puede convocar horas antes.