De la cima al disparadero

La familia real con 'La Roja' tras ganar el Mundial de Suráfrica en el 2010.

La familia real con 'La Roja' tras ganar el Mundial de Suráfrica en el 2010.

PATRICIA MARTÍN
MADRID

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Ya fuera por su estilo campechano, ya fuera por su forma de ejercer sus funciones, manteniéndose casi siempre por encima del rifirrafe político y en una cuidada equidistancia entre la izquierda y la derecha, o por la opacidad informativa que había caracterizado su reinado hasta que escándalos como el caso Noos rompieron el tabú, lo cierto es que Juan Carlos ha sido una figura muy apreciada por los españoles. Solo al final de su mandato la investigación judicial sobre su yerno y su hija -Iñaki Urdangarin y la infanta Cristina- así como la polémica cacería en Botsuana y los sucesivos achaques y enfermedades a los que tuvo que ir haciendo frente hicieron que su popularidad cayera en picado.

Pero, durante más de 30 años, el Rey y, por ende la monarquía, figuró en los sondeos a la cabeza de las instituciones que generaban más confianza, por encima de la Iglesia, la policía, los militares y, por supuesto, los políticos.

Su popularidad se disparó gracias a su papel durante el 23-F, después de unos años de reinado nada fáciles dado que una parte importante de la sociedad recelaba de quien consideraba el heredero del régimen anterior, al mismo tiempo que un sector de la derecha le daba la espalda. Apenas hay datos estadísticos de los primeros años de su reinado, pero es sintomático que en uno de los primeros sondeos, cuatro meses después del golpe de Estado, cuando el Centro de Investigación Sociológica (CIS) preguntó a los españoles qué razones, según ellos, explicaban que la transición se hubiera producido pacíficamente, la mayor parte de los encuestados no consideraron que el Monarca hubiera jugado un papel fundamental. Una opinión que fue cambiando poco a poco a medida que se consolidaba su figura y entre los españoles se imponía la convicción de que su rol fue clave para impedir el triunfo de los golpistas.  De hecho, al año siguiente (1982) ya un 69% de los españoles -de nuevo según el CIS- señalaban que Juan Carlos, «al detener el 23-F, se ganó el respeto de los demócratas».

El 30º aniversario

La confianza en el Rey durante los siguientes lustros siempre se situó en una puntuación en torno al 6 o el 7  sobre 10, de forma que Juan Carlos cumplió su 30º aniversario (2005) de su reinado plácidamente, salvo algún que otro disgusto, como la separación de su hija mayor, la infanta Elena. Sin embargo, su prestigio fue poco a poco resquebrajándose a medida que las generaciones que no vivieron la Transición iban creciendo y el caso Urdangarin, el resbalón de su cacería de elefantes en África en uno de los momentos más duros de la crisis y sus múltiples operaciones quirúrgicas se iban haciendo un hueco en todos los titulares.

Es difícil poner una fecha o fijar un acontecimiento que provocase el fin de la opacidad informativa en La Zarzuela. Algunos expertos lo sitúan en julio del 2007, cuando la Audiencia Nacional secuestró la portada de El Jueves para impedir la difusión de un dibujo de los Príncipes en pleno acto sexual, lo que levantó la polémica en torno a cuáles eran los límites infranqueables en las críticas a la institución.

Sea cual fuera lo que marcó el fin del tabú, fueron los humoristas -desde Manel Fuentes hasta Toni Albà, pasando entre otros por Los Morancos- los primeros en poner al Rey y su familia en su diana. Una vez que, sin que se tambalearan los pilares  del Estado, el Monarca pasó de ser una figura intocable a motivo de mofa, políticos, medios y generadores de opinión empezaron a opinar sobre sus actuaciones. Desde la política, PP y PSOE han sido los más cautos, a excepción de algunos dirigentes como el líder del PSC, Pere Navarro, quien fue uno de los primeros en reclamar su abdicación.

EL PRIMER SUSPENSO / A medida que, de la mano del fin de la censura, los  escándalos que afectaron al Monarca, incluyendo su vida privada o sus viajes, se fueron colando en las portadas, la popularidad del Rey cayó en picado. Juan Carlos registró su primer suspenso, según una encuesta del CIS, en octubre del 2011, con un 4,89 sobre 10, cuando ni siquiera se había destapado en profundidad el caso de corrupción que salpicó a su hija y su yerno. Y dos años después (el CIS estuvo sin preguntar sobre el tema casi año y medio), en mayo del 2013, registró la peor nota de su reinado al caer hasta el 3,68.