Josep Antoni Duran Lleida, secretario general de ciu

El democristiano encarna el centro en un Madrid convulso

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JOAN TAPIA

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El viernes, Artur Mas y Josep Antoni Duran Lleida anunciaron que el líder democristiano no será conseller primer y seguirá en Madrid como portavoz del grupo de CiU. Por parte de Mas ha sido inteligente abrir la posibilidad. Ha demostrado no ningunear a Duran, que queda reforzado como número dos de la federación, y se establece una relación con Unió más cuidada que la que tuvo Jordi Pujol. Que tomen nota los dirigentes más exclusivistas de CDC.

La decisión es la correcta. Mas tiene que poder mandar con claridad y tanto él como Duran tienen demasiada personalidad para compartir todas las decisiones del Govern. Mas debe tener libertad total, y Duran, un campo de juego propio. Y otra razón más de fondo: la presencia de Duran en Madrid -quizá incluso más que la de Miquel Roca en otro momento- es fundamental no solo para negociar las peticiones de CiU, o las reivindicaciones de Catalunya, sino para que se oiga la voz y la cautela de un político de centroderecha atento a lo que sucede en Europa. Porque el PP parece a menudo un partido de pulsión muy derechista pero sin norte ideológico, dedicado más a derribar al PSOE que a diseñar una alternativa creíble.

Duran enriquece España, ya que se ha erigido en un semáforo ámbar tanto para el PP, al que frena en su deriva negativista, como para el PSOE, al que puede apoyar -ya lo ha hecho- a cambio de contrapartidas generalmente razonables.