RECREACIÓN DE UN PLENO HISTÓRICO

El Parlament viaja a 1931

El hemiciclo catalán acoge el rodaje de un telefilme sobre la sufragista Clara Campoamor

Regreso al pasado 8 Un momento del rodaje de 'Clara Campoamor, la mujer olvidada', ayer en el Parlament.

Regreso al pasado 8 Un momento del rodaje de 'Clara Campoamor, la mujer olvidada', ayer en el Parlament.

RAFAEL TAPOUNET / Barcelona

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Extraña sesión plenaria la de ayer en el Parlament de Catalunya. En las bancadas, ternos de raya diplomática, corbatas de lazo, relojes de bolsillo y cortes de pelo a navaja. Detrás de la mesa, presidiendo el hemiciclo, la bandera republicana; la tricolor. En el aire, humo, mucho humo, de cigarrillos ingleses, de pipas de brezo y de habanos Partagás. En las localidades reservadas a la prensa, periodistas con levita, sombrero y estilográfica. Y en el centro de todas las miradas, dos mujeres, las únicas dos diputadas de la Cámara (había una tercera, pero por problemas burocráticos no obtuvo su acta hasta más adelante), debatiendo con viveza sobre el sufragio femenino.

A favor de su aprobación habló Clara Campoamor, elegida en las listas del Partido Radical de Alejandro Lerroux; en contra lo hizo Victoria Kent, del Partido Radical Socialista. Sostuvo esta última que la universalidad del derecho al voto debería aplazarse hasta que las mujeres pudiesen apreciar los beneficios de la República y se sustrajeran así a la influencia de la Iglesia, que las empujaría a apoyar a la derecha. Campoamor replicó alegando que el índice de analfabetismo era mayor entre los varones y que solo quienes creían que las mujeres no son seres humanos podían negarles la igualdad de derechos. En este punto, la directora Laura Mañá dio por buena la toma y todos los presentes prorrumpieron en un sincero aplauso.

La escena que ayer se reprodujo en el Parlament tuvo lugar en realidad el 1 de octubre de 1931 en el Congreso de los Diputados de la madrileña Carrera de San Jerónimo. Y ahí tenía previsto remedarla el equipo de rodaje deClara Campoamor, la mujer olvidada, un telefilme coproducido por TVE, TV-3 y Distinto Films que, partiendo del libro homónimo de Isaías Lafuente, reconstruye la lucha de la sufragista madrileña por conseguir para sus congéneres el derecho al voto en los albores de la Segunda República. Pero no pudo ser. Pese a contar con un precedente esperanzador -después de años de negativas, la Cámara baja había autorizado recientemente la entrada de cámaras para el rodaje de la película23-F, sobre el fallido golpe de Estado de 1981- y disponer del beneplácito del mismísimo Consejo de Ministros, los responsables deLa mujer olvidadavieron cómo en el último momento, apenas dos semanas antes de empezar a filmar, la Mesa del Congreso rechazaba su petición. El hemiciclo catalán, que se halla a la espera de nuevos inquilinos, se impuso entonces como una conveniente alternativa.

También Clara Campoamor, la de verdad, se quedó fuera del Congreso. Fue en 1933, cuando tanto ella como Victoria Kent perdieron su escaño en las primeras elecciones con sufragio universal celebradas en España, que dieron el triunfo a los partidos de la derecha. A raíz de la colaboración entre el Partido Radical y la CEDA, Campoamor abandonó las filas lerrouxistas y trató de unirse a la Izquierda republicana de Manuel Azaña, pero su admisión fue denegada en una humillante votación.«Descarada trepadora», dijo de ella el socialista Luis Jiménez de Asúa.«Es la mirada del hombre la que convierte en una trepa a la mujer que quiere impulsar cambios y busca el lugar desde el que poder hacerlo», señala Isaías Lafuente.

El biógrafo de Clara Campoamor observa estos días entre perplejo e ilusionado -«¡quiero verlo ya!»- cómo los personajes de su libro cobran nueva vida ante las cámaras. Y lo hacen con los rostros de intérpretes habituales de la pequeña y la gran pantalla: Elvira Mínguez es la sufragista en torno a la que gira la historia y Mònica López es Victoria Kent; el papel de antagonista contumaz se lo lleva Joan Carreras, que da vida al diputado radical José Álvarez-Buylla, autor de la frase«la mujer española, como política, es retardataria y retrógrada»; Pep Cruz interpreta a un Indalecio Prieto de voz de trueno, Jordi Sánchez compone un sorprendente José María Gil-Robles con perilla mefistofélica y Mingo Ràfols se pone en la piel de un desenfadado Manuel Azaña (quien, zumbón, glosó el debate entre Campoamor y Kent señalando que había solo dos mujeres en el Congreso y eran incapaces de ponerse de acuerdo).

A la treintena de actores que figuran en el reparto del telefilme, hay que añadir un centenar largo de figurantes que, ataviados como diputados de la Segunda República, hojean elSporty deambulan por los pasillos del Palau del Parlament hablando por el móvil mientras esperan su escena.

Está a punto de reiniciarse el rodaje.«¡Quieto todo el mundo!», grita el regidor, arrebatado por la atmósfera parlamentaria. El motor se pone en marcha. Clara Campoamor toma la palabra.