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Fragmentación nacionalista

VICENÇ Villatoro

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ElpresidentMontilla ha optado, de una manera u otra, por una campaña electoral larga. La legislatura, política y técnicamente, estaba acabada con la sentencia del Estatut. Celebrar las elecciones antes del verano era un retoque mínimo del calendario, que no se le habría podido reprochar alpresident. Pero lo ha querido alargar. Tiene derecho. A pesar de que estos periodos de interinato sería mejor que fuesen lo más cortos posible, Montilla debe pensar que electoralmente le conviene alargarlo. Está en sus atribuciones y no nos debemos escandalizar de que el calendario sea dictado por el cálculo.

Pero, ¿por qué le interesa alpresidentun calendario largo? Se supone que es porque las encuestas no le van bien, y porque debe pensar que en este tiempo pueden pasar cosas que le favorezcan. O, más concretamente, cosas que perjudiquen a su adversario directo, Artur Mas. Honestamente, no creo que el PSC espere de los próximos meses buenas noticias en su terreno de juego. No se adivinan brotes verdes en economía y difícilmente se alcanzará en unos meses lo que no se ha logrado en tres años: vender el balance de gobierno del segundo tripartito. Pero sí puede ser que Montilla espere malas noticias en el campo adversario.

Supongo que desde el mundo socialista se confía -poco o mucho- en que la explotación política delcaso Palau o de otros incomode y desmovilice a una parte del electorado convergente. Pero no creo que esta esperanza haya sido la clave para alargar el calendario, porque tiene doble corte: si el electorado convergente se siente maltratado y perseguido de una manera desproporcionada, lo cual parece un factor de desmovilización, puede acaecer una invitación a movilizarse.

Imagino más bien que las esperanzas del PSC están puestas en otro ámbito. Una campaña electoral muy calentada en el eje nacional, hablando mucho de independencia, de soberanía, de encaje o desencaje con España, puede provocar una fragmentación del voto nacionalista -siempre tentado por la atomización- que perjudique a Convergencia. Los socialistas piensan que su electorado ya está blindado, en este tema, y que tienen poco que perder. La aparición de muchas candidaturas nacionalistas que se peleen entre ellas de una forma agria y una campaña centrada en todo eso no perjudica al PSC, puede permitir una cierta recuperación de Esquerra -su socio necesario de gobierno- y puede desgastar a CiU.

Contra todo cuanto hemos pensado durante mucho años, una campaña electoral con la cuestión nacional en primer término no es hoy un horizonte negativo para el PSC. Tal vez no para ganar y para mantener el gobierno, pero sí para tener más margen de maniobra al día siguiente de las elecciones.