Las consecuencias para el Gobierno

Diagnóstico: ansia electoral

José Luis Rodríguez Zapatero sigue el debate sobre el decreto anticrisis, el jueves en el Congreso.

José Luis Rodríguez Zapatero sigue el debate sobre el decreto anticrisis, el jueves en el Congreso.

PILAR SANTOS / GEMMA ROBLES
MADRID

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Desde el mediodía del jueves, José Luis Rodríguez Zapatero sabe que tanto la derecha española como la catalana ansían su prejubilación y que la izquierda no va a mover un dedo por su defensa, después de haber puesto sobre la mesa el decreto de recortes sociales más duro que se recuerda. La expresiónadelanto de las eleccionesse repite sin descanso en las sedes parlamentarias, las tertulias y las portadas de los periódicos, aunque comienzan a alzarse algunas voces alertando del riesgo de dar rienda suelta, en plena tormenta económica, a la ansiedad electoral.

Valga como ejemplo la advertencia lanzada ayer en Sitges por el presidente del Cercle d'Economia, Salvador Alemany, quien afirmó que impulsar ahora unas elecciones generales supondría prácticamente la paralización del país. La toma de decisiones anticrisis, vino a decir, sería interrumpida durante meses: por la disolución de las cámaras, la apertura del periodo preelectoral y, tras la cita con las urnas, la obligada transición entre gobiernos.

OBSTÁCULOS TAMBIÉN ECONÓMICOS /A esto habría que sumar que los partidos catalanes –especialmente CiU– rechazan de pleno una hipotética coincidencia de los comicios catalanes, en otoño, con las generales, posibilidad que tampoco comparten los aparatos del PSOE y el PP. Las direcciones de los dos principales partidos ven sumamente complicado (tanto económica como organizativamente) plantearse unas elecciones en España en el primer trimestre del 2011 para, tan solo unos meses después, celebrar las municipales.

Y mientras unos y otros hacen cálculos y descartes en el calendario (por si la cosa se complicara aún más tras el debate de Presupuestos), el Gobierno intenta transmitir tranquilidad dentro y fuera de nuestras fronteras. «Este no es tiempo de pensar en clave electoral», aseveró ayer, con tono solemne, la vicepresidenta primera y portavoz del Ejecutivo, María Teresa Fernández de la Vega.

Abundó en esa idea el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba. «Cualquier país de Europa, con la inestabilidad monetaria que tenemos actualmente, pues lo último que se metería ahora es en un proceso electoral, que puede tardar meses en culminar. Sencillamente es un dislate. Por tanto, repito, quien plantea las elecciones que diga por qué las pide y que diga la verdad», reclamó Rubalcaba, de visita en la localidad italiana de Varese.

Dado el coste interno que le ha supuesto al Gobierno ese mensaje de «estabilidad» a Europa, el Ejecutivo puso el acento en la buena acogida que la aprobación del decreto ha tenido en la Comisión Europea (CE). De hecho, el portavoz del comisario de Asuntos Económicos y Monetarios, Ollie Rehn, aseguró ayer que las medidas «van en la buena dirección» y que los «esfuerzos suplementarios» de recortes eran «necesarios», informa Eliseo Oliveras. La CE eludió pronunciarse sobre el voto en contra del PP, pero la víspera el comisario de Competencia, Joaquín Almunia, sí que criticó esa actitud «irresponsable», que no contribuye a devolver la serenidad y la calma a los mercados financieros. Sin embargo, no quiso precisar si esa crítica iba dirigida concretamente hacia el PP y afirmó que se refería a las «declaraciones irresponsables que pueda haber por parte de quien sea».

RAJOY, DURAN Y MAS / Pero el líder de los conservadores no está por aceptar consejos ni reproches internacionales –ni siquiera atendió las peticiones de sus socios en el PPE para que apoyase el tijeretazo del Ejecutivo–, sino por aprovechar el peor momento de Zapatero para intentar llegar a la Moncloa por el camino más corto: el del adelanto electoral. Tanto es así que ayer reprochó al portavoz de CiU en el Congreso, Josep Antoni Duran Lleida que, con su abstención en el pleno del jueves, permitiese que saliese adelante el decreto antidéficit del Gobierno, que permitirá la bajada del sueldo de los funcionarios y, lo más polémico, la congelación de las pensiones. «Con su decisión, CiU sólo logra alargar la agonía», espetó Rajoy.

Desde la federación nacionalista se ha justificado el voto abstencionista alegando que unnoa los recortes de Zapatero hubiera significado, de inmediato, que España fuera intervenida como Grecia. Y, para tranquilizar a sus votantes más críticos (no hay que olvidar que Catalunya está ya en precampaña), Duran ha adelantado que no apoyará los próximos presupuestos del Estado y ha exigido le celebración de elecciones generales tras las catalanas. Pero ¿cuánto hay de verdad y cuánto de estrategia electoral en el distanciamiento de los convergentes y el PSOE? De momento, el candidato de CiU, Artur Mas, se dedica a airear que no le coge el teléfono a Zapatero, aunque no aclara si su negativa a respaldar las cuentas para el 2011 se mantendrá durante todo el trámite parlamentario –que suele transcurrir entre octubre y diciembre– o si, en caso de que consiga la Generalitat, reconsiderará su posición.

Obviamente, esa decisión de los nacionalistas dependerá, en parte, de si necesitan al PP para una posible investidura o, incluso, para gobernar. En cualquier caso, el Gobierno prefiere no hacer las cuentas de la lechera con CiU y apuesta por reconstruir puentes con el PNV para tener presupuestos y, de paso, salvar lo que queda de legislatura.