CONMEMORACIÓN DE UN ACTO REIVINDICATIVO

«Una victoria espiritual»

Vuelta al Palau 8 Jordi Pujol, entre Espar Ticó y la presidenta del Orfeó Català, Mariona Carulla, ayer.

Vuelta al Palau 8 Jordi Pujol, entre Espar Ticó y la presidenta del Orfeó Català, Mariona Carulla, ayer.

TONI SUST
BARCELONA

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A Jordi Pujol no se le veía cómodo ayer en el Palau de la Música. No se le veía en su salsa, no se soltó como tantas otras veces, no fue locuaz. Aplaudió a los demás, pero en su intervención, leída, se mostró grave y quiso hacer hincapié en la seriedad de algunos valores que considera relegados por la sociedad actual:«El orgullo, la autoestima, el honor».A Pujol no se le vio cómodo, como casi siempre cuando se habla de la épica de su oposición al franquismo y de las torturas que sufrió. Hace tiempo que subraya que quien ha pasado por esas penalidades no gusta de exhibirlas.

Hace 50 años Pujol era padre de dos hijos y estaba en su casa. Por prudencia, no acudió al concierto previsto en el Palau de la Música que él y otros compañeros de la lucha antifranquista eligieron como escenario para repartir octavillas que retrataban a Franco y para entonarEl cant de la senyera,con letra del poeta Joan Maragall, de quien hace medio siglo se celebraba el centenario de su nacimiento. Ese homenaje motivó el concierto, al que asistieron varios ministros del régimen. Franco estaba en Barcelona, en el marco de una operación de presunto desagravio tras el conflicto originado por el ya exdirector deLa Vanguardia, Luis de Galinsoga, que insultó a los catalanes porque la misa a que la asistía se oficiaba en catalán. En un gesto que pretendía ser de distensión, las autoridades franquistas autorizaron inicialmente que se interpretara la canción. Pero poco antes de la fecha, se impuso la prohibición.

Pujol intervino ayer junto con Josep Espar Ticó, nacionalista destacado y colaborador del después líder de CiU en la lucha contra la dictadura, y el historiador Josep Maria Solé Sabaté para recordar los hechos. Toda la contención que mostró elexpresidentfue euforia en Espar. Obviamente, tiene más datos de primera mano que Pujol,que evitó presentarse en el Palau sabedor de que atraería fácilmente la atención policial. Él había escrito la octavilla tituladaUs presentem el general Franco, en la que se describía al dictador como«opresor y corruptor».

A mamporros con la policía

Espar sí asistió. Y según el presentador del acto de ayer, el periodista Xavier Bosch,«debió de ser el primero en levantarse a cantar». Fuera o no el primero, seguro que fue de los más entusiastas.«No fue cosa de exaltados, fue un acto meditado hasta el infinito»,afirmó Espar, quien se solazó especialmente al explicar como él y su hermano, entre otros, aprovecharon la confusión para repartir mamporros contra los policías secretas, a los que consideró más preparados intelectualmente que los agentes con porra pero físicamente menos poderosos. Relató que a él lo sujetaron tres:«Me los quité de encima con una enorme facilidad. Y vi que dos llevaban cogido a mi hermano Xavier».Y los dos cobraron de lo lindo. Espar consiguió escapar, se escurrió entre la gente agarrado a una joven –Guiomar Amell, presente también en la sala y que se levantó a saludar– con la que aparentó estar«acaramelado» y después se refugió en Montserrat. A su llegada, prosiguió, el abad Escarré lo recibió socarrón:«Me han dicho que les habéis pegado. Eso no se hace».

Pujol fue consciente de que era cuestión de tiempo que la policía fuera a por él, como así pasó dos días después, pero no se escondió. A Jaume Casajoana, uno de los 20 detenidos, le encontraron una de las octavillas en su casa. Pujol fue llevado a la comisaría de Via Laietana. Al llegar, uno de los policías observó:«Usted no es un profesional».Torturado, acabó revelando el nombre del impresor del texto, Francesc Tizón. Elexpresidenttuvo un recuerdo especial para él y para Casajoana:«Sin ellos no hubiéramos podido hacer lo que hicimos».

Pujol no se arredró y en el consejo de guerra –fue condenado a siete años de prisión– advirtió de que las acciones catalanistas no se detendrían. Ayer subrayó el significado de aquellos hechos: «Ganamos. Fuimos a la cárcel, el régimen franquista siguió una pila de años. Pero nuestra batalla, la de hacer presente Catalunya, la de salvar el honor del país, la ganamos. Fue una victoria espiritual».