ESCUELA DE INVIERNO EN TARRAGONA
El PSC presume de cohesión tras la fugaz brecha de Maragall
Como un avión que acaba de atravesar una zona de turbulencias, la nave del PSC viaja de nuevo estabilizada después de una fugaz tempestad que apenas ha provocado daños en el aparato. Por no decir que ni siquiera sus pasajeros han notado la sacudida, que, pese a todo, era real. Los pilotos socialistas, con José Montilla a la cabeza, se han apresurado a aislar las fuentes de inestabilidad y reorientar el partido hacia la única crisis de la que quieren que se hable antes de las elecciones de otoño, la económica. Los socialistas catalanes dieron ayer la imagen de que la polémica germinada por losconsellersErnest Maragall y Antoni Castells sobre la vigencia del tripartito terminó el lunes con la rectificación y la dimisión no aceptada del titular de Educació, y que ya no quedan restos de tensión. El PSC presumió ante sus bases, pero sinconsellerspresentes, de que es una fuerza «cohesionada y movilizada».
Aunque estaba prevista con bastante antelación, la escuela de invierno que el partido celebra este fin de semana en Tarragona le ha venido como anillo al dedo para proyectar como virtud el valor que más aprecia de su líder y presidente de la Generalitat: la seriedad. Tocaba hablar de crisis económica, y de nada más. En realidad, en el auditorio estaban las bases, unos 600 militantes, pero pocos pesos pesados. No se vio a ningúnconseller,díscolo o no. Alguno puede dejarse ver hoy, pero nada hace indicar que alguien se salte el guión del día, que es arropar a Montilla en su intervención de clausura.
UNA SOLA ALMA, EN PÚBLICO / Tampoco ayer se diferenciaron las eternas dos almas del partido. La llamada al orden delpresidenten la ejecutiva del lunes ha vuelto a funcionar. Prueba de ello fue la ausencia total de referencias al tema, pero también la representativa chanza que corría de boca en boca: la viñeta publicada ayer por Ferreres en EL PERIÓDICO, en la que Montilla y su equipo someten a Maragall «al aparato del partido», pero utilizando instrumentos propios de la Inquisición.
Volviendo al siglo XXI, algunos dirigentes admiten en privado que en el PSC hay debates que aparecen y desaparecen como el Guadiana, pero que el río nunca llega a desbordarse. «En nuestro partido nunca ha habido escisiones ni bajas de líderes», ironizaban ayer, un hecho que contrasta con las graves consecuencias que han provocado algunas crisis internas en otras fuerzas, como ERC. Pese a todo, pocos socialistas dudan de que aquello que ahora Montilla ha logrado cortar de raíz puede rebrotar si se pierde la Generalitat. Y alguno teme, incluso, que la confección de las listas vaya a deparar nuevos temblores. Solo cabe recordar que el número dos de Montilla cuatro años atrás fue Castells.
De puertas afuera, no hay nervios. El único temor reconocido es la desmovilización del electorado de izquierdas por la crisis. Por eso Montilla no tiene prisa en proclamarse candidato (quiere hacerlo en julio), y el PSC seguirá el ritmo que él marque. El programa electoral aún se está «pensando». «Cada cosa a su tiempo», afirmó Vallès. ¿Y las elecciones? Tiempo hay hasta diciembre.
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