UN RETO DE ALTURA

Sergi Mingote vuelve a casa tras sus dos ochomiles

El alpinista de Parets planea coronar seis de las cimas más altas del mundo en un año

Mingote recibe el abrazo de su mujer y su hija, este domingo en El Prat.

Mingote recibe el abrazo de su mujer y su hija, este domingo en El Prat. / .44552504

Aitana Glasser

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Una gran comitiva ha recibido hoy en el aeropuerto de El Prat al alpinista paretano Sergi Mingote a su regreso de Pakistán, donde ha logrado el primer doblete incluido dentro de su gran desafío de ascender seis ochomiles en un año. Allí, en la cordillera del Karakorum, el escalador consiguió coronar en sólo una semana dos grandes gigantes: el Broad Peak (8.047m) y el K2 (8.611m).

Tras casi dos meses fuera –partió el pasado 12 de junio- las mismas personas, el mismo escenario y los mismos nervios. Aunque ahora por motivos distintos. Familias, amigos y colaboradores del proyecto deportivo y solidario 3x2x8000 de Sergi Mingote se despedían entonces del alpinista y el resto de la expedición con el miedo en el cuerpo, con la esperanza de que las cosas no se complicaran y que consiguieran su objetivo.

Hoy, los nervios son por una mezcla de impaciencia y alegría, de felicidad y orgullo. Porque Mingote lo logró: en sólo una semana y tras varias de aclimatación, ruta y ascenso, el paretano coronó el Broad Peak y el K2, dos ochomiles de los colosos que incluye el desafío. Semanas de intenso esfuerzo, cansancio y compañerismo de las que el paretano regresa con “fantásticas sensaciones y una enorme ilusión”, asegura.

Más viendo el recibimiento en el aeropuerto. Tras más de 45 minutos esperando las enormes maletas que portaban, la terminal se ha envuelto en un largo aplauso cuando las cabezas de Mingote y del resto del equipo han asomado por la puerta de salidas de la T1. “Sólo puedo pensar en descansar y disfrutar de este mes con mi familia”, decía Sergi nada más abrazar a los suyos.

Y es que en sólo un mes volverá a dejar su amada Parets para poner rumbo a su siguiente aventura. “Ya tengo fecha de salida: será el 7 de septiembre”, confirma a la prensa Mingote. Será entonces cuando parta hacia Nepal, en una expedición que ha sufrido algunos cambios. Inicialmente, pretendía ascender el Manaslu (8.163m) y el Kanchenjunga (8.586), pero ha descartado este último debido a que ninguna otra expedición tiene permiso para ascenderlo este otoño.

“No creo que sea prudente ir a una montaña tan grande solo, así que sustituiré el Kanchenjunga por el Dhaulagiri (8.167m), una montaña compleja, que se ha mostrado poco agradecida y que esconde grandes dificultadas”. Volverá a intentar de nuevo un doblete, yendo primero a Manaslu y de allí a este otro pico, una hazaña “de gran dificultad a la que se sumará la acumulación de cansancio”.

Entre sonrisas y con una vitalidad envidiable asegura que se encuentra en muy buena forma: “me han ayudado mucho estos 20 años de experiencia en las montañas y las más de 30 expediciones realizadas. Llego en un estado de forma fantástico y ya noto que me estoy recuperando”, dice Sergi.

Pero no sólo a nivel físico, también a nivel mental. Y de eso ‘culpa’ a su familia y amigos, su gran apoyo en todo momento durante la travesía. “Tenía el apoyo de casa, de mi mujer Miriam y de mi hija Júlia, que son lo más importante. Creo que tiene que alinearse todo: tienes que ir muy limpio mentalmente, bien físicamente y tienes que tener un poco de suerte, y yo creo que la he tenido”, sentencia.

Un duro descenso

Sin duda alguna, fue uno de los momentos más amargos de toda la expedición. El descenso de la cumbre del K2 se le atragantó al paretano, que se perdió durante la bajada de este gigante, que intentó jugarle una mala pasada. Finalmente todo acabó bien, pero las “casi 30 horas sin noticias” de Sergi fueron un duro golpe para su familia. Miriam, su mujer, asegura que es la primera vez que le pasa desde que es partícipe de las aventuras de Mingote.

“Fue muy duro el momento de la cima. Alí, mi porteador, decidió renunciar a la cumbre a 100 metros de alcanzarla y me quedé solo en la montaña. Tardé una hora sólo para recorrer esos 100 metros y bajé solo hasta el cuello, donde me encontré con él”. De nuevo volvieron a perderse durante más de cuatro horas, hasta que finalmente “vimos una banderita asomándose y supimos que estábamos en el Campo Base 4”.

Un momento de alegría que eliminó la angustia vivida anteriormente, a la que Mingote sin embargo resta importancia e intenta sacar, como siempre, la parte positiva. “Fue una experiencia brutal, estar solo en el K2 es un auténtico lujo para cualquier alpinista, más en esta cima, en la montaña de las montañas”.

Momentos de duda

Las malas noticias nunca vienen solas. Es lo que tuvo que pensar Sergi Mingote varias veces Mingote a lo largo de este reto. Y es que a la marcha de Pepe Vega de la expedición se añadieron otras malas noticias de equipos que intentaban hacer cima en ambos picos. Accidentes, intentos fallidos e incluso algún fallecimiento que no lograron minar la moral del paretano, que quiso seguir adelante con su reto pese a las dudas y momentos de cierto miedo.

“Un canadiense muerto hacía pocos días en el K2, un japonés que estaba a punto y al que no lograban rescatar, avalanchas… son momentos duros, pero tienes que tomar allí la decisión de si subes o bajas, debes tenerlo muy claro”. Y él lo tuvo en todo momento, más aún “al ver todo el apoyo que tenía”. Algo que ha animado mucho al alpinista durante estos dos meses, pues asegura que “ver el gran seguimiento de esta expedición”, el revuelo y la expectación que ha causado le “encorajaba mucho a seguir con fuerza”.

Algo que valora especialmente es la cobertura que han permitido hacer de ella las redes sociales así como el interés mediático por difundir su hazaña. “He podido, gracias a El Periódico, ir contando todo lo que he podido cuando he tenido acceso a las redes, el seguimiento ha sido una pasada y eso me ha dado mucha fuerza” .

Ascenso en solitario

Sergi Mingote logró el primer reto que se planteaba con este viaje a la frontera entre Pakistán y China y lo hizo, lo que tiene aún más mérito, en solitario y sin oxígeno. Aunque a la cumbre del Broad Peak le acompañó su porteador, éste se quedó a las puertas del K2 y Mingote tuvo que terminar solo la ascensión.

Tampoco pudo conseguir su objetivo Lluís Cortadellas, el joven alpinista que tuvo que quedarse a las puertas del Broad Peak tras sufrir una serie de infortunios que le llevaron a desestimar el ascenso. Una sabia decisión, según Mingote, de la que no se arrepiente en absoluto Cortadellas: “creo que fue la más oportuna, tenía un sentimiento dentro que me decía ‘si vas a la cima no podrás volver’”.

Lluís llegó, sin embargo, a alcanzar por primera vez y a sus solo 23 años los 8.000 metros de altura, un gran hito en su corta carrera.“Cuando llegamos a los 7.800 metros, justo antes de enganchar la arista final, ya vi que iba muy justo de fuerzas”, explica. Además, se quedó sin batería en el frontal, por lo que estuvo una hora solo en plena montaña hasta que otro escalador pudo ayudarle. Sin embargo, decidió seguir hasta encontrarse con Sergi, “me dijo que quedaban todavía tres horas de ascenso y tuve que decir que no”.

Algo a lo que se sumó la congelación que sufrió en uno de los dedos, de la que se dio cuenta al día siguiente. “Me quité la bota y vi que habría sufrido una congelación. Por suerte, unos médicos polacos me ayudaron desde el minuto uno y pude recuperarme”. El joven se planteó incluso volver a intentarlo, pero “mis compañeros fueron listos y me frenaron”, sabían que no podría lograrlo con el dedo en ese estado. Algo que no ha mermado su gran satisfacción y felicidad. “Las sensaciones son buenas, es mi primera expedición y he podido ver que me encontraba bien en esa altura, lo que quiere decir que en un futuro volveré a intentarlo y seguro que lo conseguiré”.

Primer vuelo del águila

 Tanto en la cumbre del Broad Peak como en la del K2, Sergi Mingote celebró su cima con un símbolo que se ha convertido ya en una tradición de este proyecto: el águila. Así le han apodado quienes forman parte de la asociación APINDEP, una cooperativa formada por niños y niñas con discapacidad intelectual y sus familias a la que ha querido rendir homenaje de esta manera.

Es la vertiente solidaria de este gran proyecto, que incluye dentro de sí otros pequeños proyectos como este, en el que han colaborado los niños y niñas de la asociación haciendo de pequeños ‘reporteros’ durante la expedición, a la que han seguido a diario y muy de cerca. “Hoy me han recibido Francesc y Sergi de Apindep y me ha hecho mucha ilusión. Demostrar las capacidades de los mal llamados discapacitados es uno de los grandes objetivos del proyecto y que pueda llevar un trozo suyo, que es el águila, a la cima de estas montañas, es algo muy bonito”.

Una motivación extra para el alpinista, que le anima “a seguir ascendiendo estas montañas”. El águila, un animal convertido en símbolo de este proyecto que aúna deporte, compañerismo, energía, vitalidad, salud, esfuerzo y solidaridad y que espera ahora poder seguir sobrevolando cuatro cimas más. Las próximas, puede que sean muy pronto: “espero que en septiembre podáis ver dos águilas más”.