Limón & vinagre
Josep Cuní

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Periodista.

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José Manuel Albares, entre lo global y lo local

El ministro de Exteriores, José Manuel Albares, en rueda de prensa este martes desde La Moncloa tras el Consejo de Ministros.

El ministro de Exteriores, José Manuel Albares, en rueda de prensa este martes desde La Moncloa tras el Consejo de Ministros. / José Luis Roca

“Yo soy el león, rugió la bestia en medio de la avenida”. Así de entonado se presenta todo un presidente. Tanto da que sea para apoyar la causa política de sus amigos de Vox en Madrid como para presentar un libro sesudo sobre economía tres días después en Buenos Aires. En ambos actos, el público le aplaude la gracia a Javier Milei. En el de casa, además, sus incondicionales corean el estribillo de una canción adaptada que su autor le ha pedido que no interprete por estar en sus antípodas ideológicas. Pero el anarco-capitalismo no entiende de límites y si no, ya los resolverá el mercado del más fuerte. Detrás del escenario, un estado que se desangra a marchas forzadas a la espera del milagro que revierta que casi la mitad de la población argentina ya vive en la pobreza.

Milei no es el primer mandatario forjado en el 'show'. Berlusconi debutó como 'crooner' en cruceros, Trump tuvo su 'reality' televisivo. Incluso Obama supo sacarle partido a su innata capacidad para corear espirituales y moverse al compás de la misma cadencia por la que se dejaba llevar Nelson Mandela. El problema no es el nivel del espectáculo, sino su finalidad. La que reviste de normal lo excepcional y de lógico lo imprudente. Al final, son las decisiones que se toman en la privacidad de la Casa Rosada lo que cuenta y no los alegatos públicos en Luna Park o Vistalegre. 

En medio, las consecuencias de los actos y las palabras que a nivel internacional van sumando agravios y desafección. Brasil, Colombia, México y China ya saben de qué va el palo que esta semana ha probado España. Otra crisis diplomática a la que debe enfrentarse José Manuel Albares Bueno (Madrid, 22 de marzo de 1972).

Al actual ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación se le acumulan los conflictos. No es nada personal ni fruto de ninguna atracción fatal sino inherente a su cargo porque el mundo es muy grande y su complejidad cada vez mayor. Ahí están las dos guerras que nos atenazan directamente y contra las cuales la UE es incapaz de tejer una posición común. Ya se encargan Putin y Netanyahu de que así sea. Además, las soluciones diplomáticas no suelen ser rápidas ni siempre efectivas porque entender los intereses cruzados y desovillarlos requiere de tiempo, paciencia, destreza y no levantar la voz. 

El diplomático Albares, que lo sabe, tiene ahora que lidiar con las acusaciones de Milei al Presidente Sánchez y su esposa elevadas a una cuestión de estado que la oposición niega y Buenos Aires rebaja a diferencias políticas. La campaña electoral agrava un contencioso que el líder argentino mantiene vivo porque defiende los intereses de Vox que, de paso, también benefician al PSOE ya que dejan al PP en tierra de nadie de cara a unos comicios a los que la intención de voto del CIS ya ha dado la vuelta a favor de los socialistas. Por si fuera poco, el enfado del ejecutivo israelí por el reconocimiento de Palestina como estado lejos de rebajar la tensión la sube y amenaza todavía más al pueblo al que se pretende ayudar. 

Al ministro Albares le acusan de poner los intereses del partido por el que es diputado por delante de los del estado del que es diplomático. Y piden su destitución. Otro dardo en un clima permanentemente crispado que se caracteriza por rebajar a doméstico lo que es global. Y así vamos.   

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