Repensar, sin abandonar, los ejes verdes

Los ejes verdes, las llamadas 'superilles', polarizaron el mandato municipal anterior en Barcelona. Dos sentencias han dejado en el aire su tramitación que evitó, por las prisas del equipo de Colau, solicitar la modificación del Plan General Metropolitano. Porque, precisamente, la eliminación de tráfico pretendía incidir en la movilidad metropolitana con el necesario objetivo de reducir la contaminación para evitar las sucesivas multas de la UE. El tráfico se ha reducido, pero los efectos colaterales de la nueva ordenación urbana no son buenos. Los pisos, por ejemplo, en la zona de Consell de Cent han disparado su precio, contribuyendo a ese efecto de gentrificación que tanto parecía preocupar a la anterior alcaldesa y contrarrestando el efecto en el precio medio de la vivienda de otras regulaciones como la reserva del 30% de los pisos para protección oficial o el límite en el alquiler. Ahora sabemos que los ejes verdes tampoco podrán ser sostenibles por el alto coste de su mantenimiento, aproximadamente diez veces más que otras zonas de la ciudad.

La precipitación, el revanchismo y la voluntad de recrear una ciudad idílica durante el anterior mandato puede ahora llevarse por delante la idea de los ejes verdes. Sería un error que Barcelona no se puede permitir. Hay que reducir la contaminación, para ello hay que reinventar la movilidad metropolitana en base a transporte público descarbonizado y hay que generar un urbanismo que, además de mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, sea sostenible. Este es solo uno de los retos que tiene a partir de hoy el alcalde Collboni tras aprobar sus primeros presupuestos en solitario gracias a superar una moción de confianza. La lucha contra el cambio climático junto a la atracción de inversiones de calidad, la moderación de los precios de la vivienda, la seguridad y la sostenibilidad del modelo turístico conforman la agenda que detallaba el alcalde en la entrevista con EL PERIODICO . Un desafío.  

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