Debate político
Álex Sàlmon

Álex Sàlmon

Periodista. Director del suplemento 'Abril' de Prensa Ibérica.

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Sánchez desnudo frente al espejo

El presidente puso en el epicentro del debate el gran tema. Demasiada inmundicia política revoloteando entre la clase política. Pero su denuncia fue de parte

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Pedro Sánchez en el Telediario.

Pedro Sánchez en el Telediario. / RTVE

Empacho de Pedro Sánchez. Ya lo siento. Pero es que da para mucho y todavía falta lo mejor. Este punto y aparte del que habló en su comparecencia sin preguntas, como el plasma de Rajoy, pero en La Moncloa, nos anuncia grandes momentos comunicativos, carentes de sustancia o contenido, pero mágicos en la épica política.

Durante cinco días estuve respondiendo a amigos y conocidos la pregunta del fin de semana. ¿Qué va a hacer Pedro Sánchez? Cuando no tienes información te debes a la memoria y a las rutinas aplicadas hasta ese momento. Y estaba muy claro. Un político arriesgado, atrevido, intuitivo como él, no podía dejar el órdago sin final. Desconozco si el presidente es jugador de mus de donde sale la expresión, pero el miércoles pasado, con su misiva tuitera, mostraba que iba a por todas sin importarle las consecuencias. Lo hizo cuando dejó la secretaria general del PSOE, lo hizo al convocar unas elecciones generales después de unos desastrosos resultados municipales, lo hizo apostando por una ley de amnistía contraria a sus criterios anteriores y lo hizo con su amenaza de marcha, método epistolar.

Lo cierto es que puso en el epicentro del debate el gran tema. Demasiada inmundicia política revoloteando entre la llamada clase política. Pero su denuncia fue de parte. Lo que podía haber sido un Sánchez desnudo frente al espejo, mostrando sus propias vergüenzas para entonarle al enemigo un “mea culpa”, se convirtió en una reivindicación de su honestidad. Y en ese espacio están él y los suyos. Los malos son los otros.

No veo mucha diferencia entre las expresiones que muestran una relación interesada entre el presidente y los etarras de Bildu, y el continuo calificativo de “fachoesfera”, que acuñó Pedro Sánchez para designar los ambientes que frecuenta el PP de Feijóo. Unos etarras, los otros fascistas. Después solo hay que dejarse llevar, porque cuando se calientan los motores con expresiones hiperbólicas, la gasolina mantiene esa graduación.

La memoria es débil. Por desgracia, todas las formaciones que han estado en la oposición, tanto el PP como el PSOE, en momentos de duda electoral han incrementado sus asedios a las tropas enemigas. Perdonen los términos bélicos. Zapatero llamó cobarde, ruin y antipatriota a Aznar. Y Maragall que si era un Hermann Göring, criminal de guerra nazi. Aznar, por su parte, recordó que votar al PSOE era hacerlo por ETA, y se quedó tan tranquilo.

Sin ir más lejos, el propio Pedro Sánchez, unas horas después de su comparecencia, falseaba una declaración de Feijóo sobre la mujer del presiente. “El señor Feijóo ha dicho textualmente que lo que debía haber hecho mi mujer es quedarse en casa sin trabajar”. Lo dijo en su primera entrevista en TVE. Sin embargo, lo que Feijóo dijo en Onda Cero fue que “no hay que pedir a la pareja del presidente o presidenta del Gobierno que no trabaje, pero lo que sí le voy a pedir es que no tenga contratos con la administración pública". Nada que ver.

Que es necesario detener esta escalada de improperios es evidente. Que no hay disposición a hacerlo, también. Pero les digo una cosa: el primero que reconozca sus errores y diga basta, gana. Pero precisa de valentía.

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