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Albert Sáez

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Director de EL PERIÓDICO

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Empatizar con Pedro Sánchez

Los apoyos al presidente Pedro Sánchez vienen del Gobierno, pero también de las agrupaciones del PSOE. Esta tarde han convocado numerosas concentraciones. Por ejemplo, en Santander, donde un centenar de militantes se han reunido para mostrar su apoyo al presidente. En Zaragoza o Logroño también ha habido convocatorias en las que al grito de "Pedro, Pedro" apoyaban a Sánchez.

Los apoyos al presidente Pedro Sánchez vienen del Gobierno, pero también de las agrupaciones del PSOE. Esta tarde han convocado numerosas concentraciones. Por ejemplo, en Santander, donde un centenar de militantes se han reunido para mostrar su apoyo al presidente. En Zaragoza o Logroño también ha habido convocatorias en las que al grito de "Pedro, Pedro" apoyaban a Sánchez. / PSC

Desde el entorno del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se irradia estos días una súplica reclamando empatía con la difícil situación personal que atraviesa. Su partido se la está ofreciendo con creces y ni los más críticos están utilizando este momento de flaqueza para saldar cuentas pendientes. Sus socios también están en fase empática. Hasta Puigdemont, normalmente zaherido por los tragos que ha pasado, le ha brindado su apoyo. Este es un episodio muy difícil de analizar hasta no conocer su desenlace. Todo lo que estamos viendo o viviendo tendrá un sentido completamente diferente si el lunes, Sánchez dimite, se somete a una moción de confianza, recibe una moción de censura del PP o, simplemente, sigue gobernando como si tal cosa.

Empatizar con Sánchez, por mucho que le valoremos el mal trago personal que pasa, es un ejercicio arriesgado. Ha sido y ha querido aparecer como un 'killer' político. Se ha desprendido de su mano derecha, de su mano izquierda e incluso de quién le aupó al cargo. Al final, en la vida recoges lo que siembras. Y ese reguero de frialdad para con todos, esa capacidad de olvidar lo que debes a quien te lo ha dado todo, no facilita la empatía que piden ahora desde su entorno. Especialmente si el personaje la acaba utilizando para fortalecerse y para perpetuarse en el poder que siempre consigue por los pelos, gestionando desde las emociones lo que racionalmente sonaba como imposible. La desinformación, esa forma de hacer tan venezolana, la falta de escrúpulos de Manos Limpias (que, por cierto, también se personó en el juicio de la trama Gürtel) y el ímpetu de la oposición invitan a empatizar con Sánchez. Pero hay tantas otras cosas que nos disuaden que nos vamos a quedar en la exigencia de mayor responsabilidad, entendiendo que en el medio plazo nos podemos haber equivocado.

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