La espiral de la libreta
Olga Merino

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Periodista y escritora

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Una 'pietà' en la Franja de Gaza

Gana el World Press Photo 2024 la imagen de una mujer palestina que abraza el cadáver de su sobrina. Una foto sin rostros que representa a la humanidad en su conjunto. Es en el vacío donde se abisma el dolor.  Gana el World Press Photo 2024 la imagen de una mujer palestina que abraza el cadáver de su sobrina. Una foto sin rostros que representa a la humanidad en su conjunto. Es en el vacío donde se abisma el dolor.  

Foto ganadora del Word Press Photo

Foto ganadora del Word Press Photo / MOHAMMED SALEM

Acaba de ganar el certamen World Press Photo 2024 una fotografía tomada en Gaza con el título ‘Una mujer palestina abraza el cuerpo de su sobrina’. Si el observador pudiera acercarse a la imagen con la cabeza borrada, sin antecedentes, sin saber siquiera en qué punto del globo se ubica la Franja, el retrato seguiría siendo magnífico. Por la composición, por el encuadre, por el cromatismo, por la textura y caída de los pliegues textiles: la túnica azul eléctrico, el velo mostaza, el sudario blanco. Pero lo que eleva la imagen a la categoría de obra de arte, lo que sacude las conciencias, es justamente lo que se omite. La ausencia. Una imagen terriblemente bella. 

El autor, Mohammed Salem, que trabaja para la agencia Reuters, salió en la mañana del 17 de octubre pasado hacia el hospital de Jan Yunis, que Israel había declarado objetivo militar. Apenas habían transcurrido diez días desde el infame atentado de Hamás. En medio de la confusión y el gentío que buscaba a sus allegados tras el ataque israelí, el fotoperiodista palestino la avistó recostada contra los azulejos grises de la morgue: una mujer acuclillada, Inas Abu Maamar, sostenía, entre su vientre y el regazo, el cuerpo de su sobrina Saly, de 5 años, amortajada con una sábana blanca, con un nudo a la altura de lo que sería el pequeño cráneo. Su mano, la mano de la mujer, lo acariciaba.

Esa extremidad es lo único humano que muestra la foto. No hay manchas de sangre, ni huesos tronchados, ni lágrimas, ni rictus, ni los aullidos que dibuja la desesperación en los músculos. Una mano, nada más. Una foto sin rostros. Es en ese vacío donde se abisma el dolor, el desgarro de la humanidad en su conjunto. La mano que toca el cráneo infantil bajo el lienzo está hecha de carne, tendones y piel, pero podría estar esculpida en mármol blanco de Carrara, como la ‘Piedad’ de Miguel Ángel. Otra vez el drama del Gólgota y la desolación de María, el ‘stabat mater dolorosa’, el último abrazo entre Cristo bajado de la cruz y la madre. El año pasado, ganó el célebre certamen internacional de fotografía otra suerte de ‘pietà’: una mujer embarazada se sujetaba el vientre ensangrentado tumbada sobre una camilla que cuatro hombres transportaban a la carrera. La tomó Evgeniy Maloletka en la maternidad de la ciudad ucraniana de Mariúpol, tras el caos desatado tras un brutal ataque ruso. Las guerras se solapan trazando los mismo bucles.

Ya son 34.000 los palestinos muertos a causa de la ofensiva militar desencadenada por el ejército de Israel; entre ellos, 14.000 niños. O sea, según datos de la ONU, cada diez minutos cae un niño abatido en la Franja de Gaza, muerto o malherido. También han sido asesinados 103 periodistas desde el inicio de la ofensiva. ¿Hasta cuándo?

Sobre el terreno, el ejército israelí aumenta el ritmo de los preparativos para irrumpir en Rafah. Nada, un ‘mal menor’, rematar la operación de exterminio. La posible moneda de cambio para Israel por renunciar a una operación a gran escala contra Irán. La letra pequeña del relato.     

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