Opinión | Apunte

Agustí Sala

Agustí Sala

Redactor jefe de Economía

Bronca política, ¿paz económica?

Ana Redondo durante la sesión de Control al Gobierno en el Congreso.

Ana Redondo durante la sesión de Control al Gobierno en el Congreso. / David Castro

A poco que se esfuercen, en el Congreso y en el Senado acabarán a tortas. De los gritos e insultos a los puñetazos muchas veces no hay mucha distancia. Y es lamentable y bochornoso que eso suceda en Las Cortes, donde están los representantes de los ciudadanos.

Tras las broncas de esta semana se han superado todos los límites. Se confunde confrontación dialéctica con pelea barriobajera, cuando en Las Cortes se exigiría un mínimo de educación y de dialéctica ingeniosa y constructiva. Y en este ambiente es muy difícil, si no imposible cerrar pactos sobre cuestiones esenciales para el país.

La política va por su vía, por la ruta de la bronca y del dichoso "y tú, más". El PP se ha propuesto embarrar la legislatura utilizando todas las herramientas a su alcance, como hacer del Senado un búnker. Y el PSOE ha decidido pagar con la misma moneda. La política, como consecuencia de ello, parece que se encamina hacia la peor de las acepciones de la palabra "italianización": política y economía toman caminos totalmente separados.

Y eso es preocupante. La crispación en la política enrarece, tensa y polariza el ambiente y puede acabar impregnando la economía y los negocios, cuyos miembros, al final, también forman parte la sociedad. En ese contexto, los ciudadanos desenchufan de la política y los vendedores de recetas mágicas campan a sus anchas.

Las perspectivas económicas, tanto a nivel nacional como autonómico son mucho más positivas de lo que se esperaba. El impulso de la actividad en el cuarto trimestre, que aceleró el crecimiento del estimado, ha generado empuje en el primero de 2024 y puede mantenerse o incluso acelerarse con la campaña turística. Todos deberían arrimar el hombro para que eso continúe.

El mundo económico, en el que las patronales y los sindicatos han tenido mucha más capacidad de diálogo y de llegar a acuerdos que los políticos, está haciendo sus deberes y no provoca más conflictos de los necesarios. No en cambio sus señorías, a los que se les pide que resuelvan los problemas, no que los creen o provoquen.

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