Elecciones
Andreu Claret

Andreu Claret

Periodista y escritor. Miembro del Comité editorial de EL PERIÓDICO

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¿Qué es más importante: Europa o Puigdemont?

Ahora, la vida de cualquiera de nosotros depende mucho más de lo que se cuece en Bruselas que de lo que se decide en el parque de la Ciutadella

Puigdemont inicia este jueves su apuesta por volver a ser president y no eurodiputado

El Partido Popular Europeo elige a Von der Leyen como su cabeza de lista a las elecciones

Sesión plenaria en el Parlamento Europeo este miércoles 13 de marzo.

Sesión plenaria en el Parlamento Europeo este miércoles 13 de marzo. / EFE/EPA/RONALD WITTEK

Además de dejar en la cuneta inversiones millonarias, el adelanto de las elecciones catalanas puede tener otro efecto perverso: opacar las elecciones europeas que tendrán lugar un mes después, en plena negociación para la formación del próximo Gobierno de la Generalitat. Si así sucede, la consecuencia será que, mientras cientos de millones de europeos decidirán sobre el destino de la Unión Europea, nosotros estaremos distraídos (lo estamos ya) con si vuelve o no vuelve Carles Puigdemont. No digo que las elecciones autonómicas del 12 de mayo no sean importantes, siendo las primeras después de la aprobación de la ley de amnistía. Nos dirán si podemos seguir por caminos políticos, o si vuelve aquella tensión en las calles de Catalunya que tanto añoran algunos independentistas y las derechas españolas. Pero las elecciones catalanas no lo son todo. Desde luego, no son más importantes que las elecciones al Parlamento Europeo del 9 de junio.

Usted puede pensar que Bruselas queda lejos, y que su voto se va a perder en sus laberintos. Tiene derecho a pensarlo, pero sepa que se equivoca. Los medios de comunicación también tienen derecho a considerar más interesante el destino de Carles Puigdemont que el de Ursula von der Leyen. Puede que esto venda más, pero no és cierto. La política siempre ha sido local, dijo una vez un congresista demócrata, y muchos piensan que siempre será así. No lo crean. Esto era hace cuarenta años. Ahora, la vida de cualquiera de nosotros depende mucho más de lo que se cuece en Bruselas que de lo que se decide en el parque de la Ciutadella. Si las elecciones europeas quedan ensombrecidas por las autonómicas, pasaremos de largo de un debate sobre el futuro de Europa. No pintaremos nada en la configuración de unas instituciones comunitarias donde se van a tomar decisiones tan importantes como la guerra o la paz, si queremos seguir libres, o sujetos a los designios de Vladimir Putin y a las extravagancias de Donald Trump (según como vayan las elecciones norteamericanas de noviembre)

¿Exagero? Supongo que han oído ustedes hablar de rearme y de guerra. Le han escuchado decir a Putin que Rusia está preparada para la guerra nuclear. Habrán visto a Trump sugiriéndole que ataque a los países de la OTAN que no contribuyen a financiarla. ¿Bravuconadas? Esperémoslo. Por lo pronto, llevamos más de dos años de la invasión de un país europeo como Ucrania, con el desplazamiento de ocho millones de personas, la muerte de más de 10.000 civiles y la muerte de decenas de miles de soldados rusos y ucranianos. Si usted cree que Ucrania aun queda más lejos que Bruselas, tiene otros mil motivos para votar el 9 de junio. El nuevo Parlamento Europeo tendrá una voz decisiva en políticas ambientales, económicas, sociales. Deberá defender, o no, la capacidad de Europa de seguir jugando un papel en el mundo. Traducido del latín geopolítico: si queremos ser independientes en energía, semiconductores, Inteligencia Artificial, el control de las plataformas digitales, la investigación.Tendrá que pronunciarse sobre una posible ampliación de la UE. Retos cuyas respuestas dependerán del nuevo Parlamento Europeo, donde la suma de las derechas extremas puede acercarse a los 200 diputados (sobre 720).

La primea guerra de Crimea, a mediados del XIX, trajo una época de bonanza para campesinos e industriales catalanes que vendieron a buen precio su grano y sus tejidos, mientras España permanecía al margen. De aquel maná quedó un conocido dicho: 'Déu ens doni pluja i sol, i guerra a Sebastopol' (Dios nos dé lluvia y sol, y guerra en Sebastopol). Eran otros tiempos. En el mundo de hoy, lo que pase en Ucrania, en los Balcanes, o en Gaza, nos afecta a todos por igual. De ahí la trascendencia de estas elecciones europeas. Un último ejemplo para intentar convencerles: en las autonómicas, oirán hablar mucho de inmigración, porque Junts per Catalunya y Puigdemont no quieren perder votos a favor de la candidatura xenófoba que impulsa la alcaldesa de Ripoll, Sílvia Orriols. Será un debate tan demagógico como estéril, porque las decisiones sobre flujos de inmigrantes y modalidades de acogida se adoptan en Bruselas y no en Barcelona. Vote en mayo, pero no pierda de vista el 9 de junio.

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