Los martes al sol
Joan Tapia

Joan Tapia

Presidente del Comité Editorial de EL PERIÓDICO.

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Más allá de 'Els Setze Jutges'

Antoni Batista documenta en su nuevo libro 'La nostra cançó' un movimiento sociocultural que tejió muchas complicidades y contribuyó de forma decisiva al renacer del catalanismo

Antoni Batista: "Montserrat fue un símbolo de resistencia"

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Antoni Batista.

Antoni Batista.

Antoni Batista es un periodista de su generación. Nació en 1952 y ha estado inmerso en muchos de los movimientos democráticos de la transición y la postransición. Pero también atípico, porque en sus artículos y libros aborda asuntos muy distintos. Nacido en una familia adicta a la música -su madre tenía una academia de piano en el paseo Maragall- ha sido crítico musical y toca el órgano (más de 300 veces en la iglesia de Torredembarra), pero ha escrito más sobre la resistencia contra el franquismo y sobre la política y la violencia en Euskadi. Con un conocimiento de primera mano, desde políticos claves del PNV como Ollora a Odón Elorza, el exalcalde socialista de Donostia y hombres del mundo abertzale, como Julen de Madariaga, Arnaldo Otegi e incluso el famoso y controvertido Josu Ternera.

Pero la inquietud de Batista le ha llevado a escribir también sobre Montserrat y adentrarse en el campo de la teología con su penúltimo libro 'Els portaveus de Déu'. Ahora acaba de publicar 'La nostra Cançó', en el que hace una exposición tan original -ha tratado a muchos de los cantautores- como detallada y documentada de un movimiento que, iniciado con “Els Setze Jutges”, tuvo un papel relevante en el renacimiento del catalanismo en los sesenta y setenta. El libro es imprescindible porque, como dijo su editor Jordi Lluch (Pòrtic) en el acto de presentación el pasado jueves, en el Taller de Músics, Batista sabe unir el periodismo vivencial (la experiencia directa) con el rigor académico.

La “nova cançó” reunió a gentes muy plurales, que contribuyeron a la dignificación y normalización de la lengua y la cultura catalana en un mundo hostil -el franquismo- y que en la protesta generó grandes complicidades, desde lo que luego sería Convergència hasta el PSUC.

La trayectoria de Batista le ha hecho conocer, muchas veces en primera fila, lo que sucedía en Catalunya. Isabel Bosch, la siempre elegante atleta y periodista deportiva, reveló que le trató en el 'Diari de Barcelona', cuando ya no era el diario monárquico sino otro de combate, pero que ya antes habían coincidido en el parvulario de las monjas dominicas de la calle Amilcar. De allí a la Facultad de Medicina y al PSUC eurocomunista (redactor de 'Treball') que tenía de modelo al famoso PCI y quería que el católico Josep Benet ganara a Pujol, que le escuchaba atentamente, las primeras elecciones catalanas. Más tarde, el periodismo en el 'Avui' y 'La Vanguardia', donde sucedió a Montsalvatge como crítico musical mientras seguía lo que pasaba en Euskadi en los años del plomo. 

Luego en la Generalitat con Pasqual Maragall y como jefe de gabinete del Primer Conseller, Josep Bargalló, que tuvo que relevar a Carod-Rovira. Todo este recorrido -fue quien primero logró el acceso a las fichas de la Brigada Político-Social- hacen que el libro sea tan ameno como necesario, para conocer un fenómeno musical y sociopolítico. Que Raimon, Serrat o Llach vendieran decenas de miles de discos tuvo grandes consecuencias.

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