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Albert Sáez

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Director de EL PERIÓDICO

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Sánchez y lo que queda del covid

Protesta de familiares de residencias delante del Parlament

Protesta de familiares de residencias delante del Parlament / ELISENDA PONS

Se cumplen cuatro años de la que para muchos de nosotros será la experiencia más fuerte de nuestras vidas: el confinamiento provocado por la pandemia del covid-19. Estuvimos tres meses encerrados en casa, teletrabajando la mayoría de nosotros, conviviendo con nuestra familia más estricta, organizando cenas virtuales, reuniones virtuales, fiestas virtuales, entrenamientos virtuales, cocinando... Lloramos por los muertos que conocíamos y por los que no conocíamos, sufrimos por los enfermos graves que conocíamos y por los que no conocíamos, conocimos a vecinos que no conocíamos, aplaudimos a sanitarios que no conocíamos,...

De todo aquello, en las últimas semanas solo hablamos de lo peor que ocurrió. De los Koldo de turno que, como en cualquier gran tragedia, quisieron hacer negocio del sufrimiento y del pánico colectivo. Y de las muertes en las residencias de ancianos que los políticos aún se tiran por la cabeza como si fueran muñecos de feria, sin que les importen en realidad un comino. 

Durante aquellas semanas, el todavía presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, nos arengó con largos sermones semanales en los que fue desgranando las medidas que estaba tomando su Gobierno, pero en los que también nos anunció que la España poscovid sería más “resiliente” a una nueva pandemia. Aunque sea un presidente TikTok al que sus palmeros nunca le recuerdan lo que dijo ayer, hemos hecho el ejercicio de chequear todos sus anuncios, y los de otros políticos, durante aquellos días. Y el balance es muy precario, casi todo está en marcha, pero nada está terminado: ni la agencia española de salud pública, ni la reforma de la atención primaria ni los protocolos de actuación ante una pandemia que ahora ya no es ciencia ficción. La sociedad sacó lo mejor de si misma aquellos días, la población ha cambiado de hábitos, la mayoría de políticos estuvieron a la altura pero algunas cosas hoy volverían a no funcionar. Sabe mal decirlo, pero hay que decirlo.

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