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8M: avances y retos

Una de las inquietudes más acuciantes es el crecimiento de los comportamientos machistas entre jóvenes

Imatge de la campanya del 8M de l'Ajuntament de Barcelona

Imatge de la campanya del 8M de l'Ajuntament de Barcelona / Ajuntament de Barcelona

«Esto es inaceptable. Se acabó. Contigo compañera» escribió Alexia Putellas en Twitter (ahora X), el pasado 25 de agosto. Cinco días después de que Luis Rubiales, entonces presidente de la Real Federación Española de Fútbol, estampara un beso no consentido a la jugadora Jenni Hermoso en plena celebración del Mundial y ante las televisiones de todo el mundo. Rubiales se resistía a dimitir, y la doble Balón de Oro lanzó su mensaje de apoyo. Un #SeAcabó que estalló en la redes sociales, recorrió el fútbol femenino español, se extendió por el internacional y se elevó hasta convertirse en un lema global del feminismo. Un clamor de indignación, hartazgo y solidaridad

Se acabaron los abusos, las discriminaciones y las complicidades con el machismo, gritaron las flamantes campeonas del mundo. Y, con ellas, la mayoría de la sociedad. Aquel #SeAcabó se convirtió en un altavoz espontáneo de la desigualdad, pero no hubiera llegado a expresarse si, previamente, el movimiento feminista no hubiera allanado el camino con su ímpetu, esfuerzo y compromiso. Una lucha de siglos que, en los últimos años, se ha convertido en un verdadero motor de transformación social. Las conquistas sociales y económicas de las mujeres también han representado avances en derechos y justicia social para el conjunto de la sociedad.

El 8M de 2018 representó un punto de inflexión en la lucha por la igualdad. Seis millones de personas secundaron la primera huelga feminista y una movilización sin precedentes catalizó una voluntad firme de transformación. El feminismo se colocó de forma definitiva en la agenda política, social, económica, científica y cultural del país. Desde entonces, las leyes y las conquistas sociales han acompañado a su avance. El redactado de la reciente sentencia del caso Alves deviene una guía para comprender el consentimiento en toda su complejidad. El fin de la impunidad ya es una exigencia unánime. 

Hay avances incuestionables, pero también hay obstáculos y preocupantes retrocesos. La ola reaccionaria se extiende y amenaza los derechos adquiridos por el feminismo en numerosos países. Por ello, tiene especial relevancia la protección constitucional del derecho al aborto que Francia acaba de aprobar. Ha llevado la interrupción voluntaria del embarazo a la ley fundamental (como debería suceder con todos los derechos de las mujeres) y con una mayoría amplísima que ha incluido los votos de la extrema derecha de Marine Le Pen, lo que debería ser un ejemplo a seguir. El derecho al aborto queda blindado en Francia, y se abre la puerta a ser incluido en la Carta de los Derechos Fundamentales de la UE, como propuso el presidente Macron.

Cabe protegerse de las amenazas y poner el foco en los retrocesos. Sin duda, uno de los retos más acuciantes es el crecimiento de los comportamientos machistas entre los chicos más jóvenes, que creen que el feminismo ha ido demasiado lejos, no identifican la igualdad como tal, sino como pérdida de derechos propios, y en los que han calado mensajes de la ultraderecha que ponen en entredicho la hondura de la violencia machista. El victimismo y el negacionismo de esta minoría de jóvenes invita a la reflexión del conjunto de la sociedad. También interpela al feminismo. Solo si es capaz de extender su mensaje podrá reforzar su capacidad de transformación. Hoy, más que nunca, el grito de #SeAcabó lleva implícito el deber de continuar avanzando en la igualdad.