Justicia democrática

Ya no hay excusa

La Comisión de Venecia se lo ha puesto en bandeja al PSOE para poder hacer lo que hay que hacer: una amnistía completa, en línea con todas las leyes de amnistía que hay en las democracias liberales del mundo

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante una reunión en Moncloa el pasado lunes.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante una reunión en Moncloa el pasado lunes. / José Luis Roca

Pilar Rahola

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Parece que la jugada del PP de invitar a la Comisión de Venecia a visitar España para intentar parar, vía Europa, la ley de amnistía, le ha salido mal. Ha sufrido aquello de ir a por lana y salir trasquilado, porque este organismo europeo que vela por la justicia democrática acaba de difundir un estudio que servirá justamente para lo contrario: fortalecer la vía de una amnistía sin excusas, ni excepciones.

Es cierto que el trabajo definitivo de la Comisión tardará todavía unos días, pero de momento el texto presentado ya es bastante elocuente. Se trata de un riguroso estudio titulado ‘Mesa comparativa de disposiciones constitucionales y legislativas relativas a la amnistía en los Estados miembros de la Comisión de Venecia', donde se han analizado las legislaciones de 56 Estados; 15 de los cuales, fuera de Europa. Y el resultado es demoledor: ningún Estado europeo excluye el “terrorismo” de la ley, ni lo considera, en ningún caso, una línea roja para su formulación. Del resto de países, solo hay dos que ponen algún impedimento: Brasil (a raíz de la polémica ley de amnistía del año 79 promulgada por los militares que querían convertirla en ley de punto y final) y la Kirguistán, si bien en estos dos países también se contempla poder amnistiar el terrorismo si todavía no hay condena. Es decir, todos los países estudiados consideran que, cuando se plantea una ley de amnistía, esta tiene que contemplar todos los delitos que haya cometido el amnistiado, porque esta es la intención de la ley: hacer 'tabula rasa', dejar la página en blanco. 

La idea de una amnistía en condicional, fragmentada en función de según qué delitos, no solo no existe en la jurisprudencia de los Estados homólogos a España, sino que perdería todo su sentido. Al final, esta fue la amnistía del 77 que, no lo olvidamos, llegó a amnistiar los crímenes de una dictadura.

Lo normal, pues, cuando se planteó la posibilidad de una ley de amnistía, habría sido hacerla con todas sus consecuencias, sin caer en las trampas demagógicas que acostumbra a plantear la derecha más reaccionaria. Pero el PSOE entraba en la amnistía a rastras, sin convicción, y forzado por la necesidad de la investidura, y cayó en la trampa como si estuviera en primero de básica. Además, debemos recordar que los socialistas tienden a ser pusilánimes y cobardes cuando se trata de la cuestión catalana. Aun así, no tenía ninguna lógica plantear una amnistía medio embarazada, primero, porque dejaba a más de 100 personas fuera y, por lo tanto, no cumplía con el sentido del acuerdo: el de parar en seco la represión. Y segundo, porque daba herramientas a la justicia patriótica para impedir su ejecución. 

Además de una cuestión nada menor: ponía en peligro el pacto con Junts, que de ninguna forma puede aceptar una amnistía de segunda, que excluya a una parte de los represaliados. Aun así, el PSOE hizo aquello que acostumbra: dar gato por liebre e intentar colar una amnistía edulcorada que no se aguanta por ninguna parte.

Y en este punto estamos ahora, con la ley derrotada en primera instancia y de vuelta a la comisión, donde el PSOE tiene que encontrar una salida. Y parece que la Comisión de Venecia se lo ha puesto en bandeja para poder hacer lo que hay que hacer: una amnistía completa, en línea con todas las leyes de amnistía que hay en las democracias liberales del mundo. ¿Al final, qué le puede pasar al PSOE? La demagogia del PP-Vox y sus medios ultramontanos ya se ha producido y ningún paso atrás servirá para algo. Además, los socialistas ya han sufrido una severa derrota en Galicia y a Sánchez le hace falta estabilizar su gobierno, cosa imposible si las relaciones con Junts entran en situación de riesgo. Y lo harán a buen seguro si no se aprueba una amnistía completa, porque Junts no se puede permitir renuncias humillantes en una cuestión tan central como es la represión. Represión que, no olvidemos, continúa imparable, como se ha visto con la orden de prisión inmediata a Dani Gallardo. El PSOE no tiene, pues, ninguna otra salida que hacer una ley completa, rigurosa y perfectamente avalada por la comparativa legislativa internacional. La alternativa solo fortalece la oleada reaccionaria, debilita el liderazgo de Sánchez y crea una crisis de enormes proporciones con Junts. Sería una alternativa, pero sobre todo sería un desastre.