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El bienestar del ciudadano, relegado del debate

La futura regulación de la Generalitat supone una oportunidad idónea para apostar por soluciones de movilidad sostenibles que propongan a los ciudadanos y visitantes una alternativa real al uso del coche particular

El taxi de Barcelona amenaza con boicotear el Mobile World Congres por temor a un nuevo 'boom' de licencias VTC

Las VTC de Barcelona estudian una demanda colectiva para recuperar el dinero de la tasa anulada del AMB

Un cotxe de Cabify i un taxi, a la ronda de Sant Pere de Barcelona.  | FERRAN NADEU

Un cotxe de Cabify i un taxi, a la ronda de Sant Pere de Barcelona. | FERRAN NADEU / CARLOS MÁRQUEZ DANIEL

El crecimiento de una ciudad y su oferta de movilidad están intrínsecamente relacionados y suelen desarrollarse de manera acompasada aunque Barcelona, en esto, es un caso especial. El transporte público discrecional apenas ha variado en Barcelona desde 1979. Desde los años 70 no se han concedido nuevas licencias de taxi en el Área Metropolitana de Barcelona (de hecho, actualmente hay 10.500, que son 500 menos que en 1979, según datos del IMET), a pesar de que desde entonces el volumen de turistas se ha multiplicado por seis, incrementándose los vuelos a la ciudad, trenes y cruceros. También la población de Barcelona y su área metropolitana ha crecido entre un 6% y un 10%, respectivamente, a la par que los ciudadanos han ganado poder adquisitivo, lo que está directamente relacionado con un incremento de viajes discrecionales por motivos de ocio y laborales. En los últimos años, apenas un millar de VTC complementan la insuficiente oferta de taxi disponible para ciudadanos, empresas y visitantes de la ciudad. Ofrecer en 2024 un servicio similar al de 1979 no parece lo más adecuado, y nos deja ante un escenario donde el ciudadano se sitúa como el principal damnificado.

Con el Mobile World Congress a punto de dar comienzo, las carencias del transporte público discrecional (taxis y VTC) son tan evidentes que la Generalitat ha anunciado, por segundo año consecutivo, una moratoria para que las VTC de todos los lugares de España puedan operar sin restricciones en Barcelona y su área metropolitana durante una semana, con una decisión que bordea (o sobrepasa) la competencia desleal hacia el sector de la VTC de Catalunya. Tras años ofreciendo soluciones de movilidad, no tengo ninguna duda de que el sector VTC volverá a mostrarse como una ayuda fundamental para el exitoso desarrollo de un evento muy relevante para la imagen de Barcelona y Catalunya en todo el mundo, como es el MWC. Lamentablemente, no se trata de un momento aislado del año. Barcelona es una ciudad dinámica que tiene multitud de eventos masivos, como los conciertos de Bruce Springsteen o Coldplay celebrados el año pasado, además de eventos deportivos o congresos de diversa índole; todo esto, sumado al aumento de la demanda de servicios en períodos de mayor estacionalidad por el turismo.

Pero no pensemos que la escasez de alternativas de transporte público discrecional es un problema puntual cuando se producen este tipo de eventos; es un problema estructural, que se ve día a día en colas en estaciones y aeropuertos.

En este contexto, y con más de 7,5 millones de viajes realizados en el último año en Barcelona, queda claro que el sector de la VTC presta un servicio fundamental para la movilidad de la ciudad, y que la convivencia con el sector del taxi es una realidad.

En el caso de Cabify, la apuesta por la ciudad no es puntual; formamos parte de la realidad barcelonesa desde hace más de una década, aportando soluciones de movilidad accesibles y respetuosas, y queremos seguir mejorando el servicio que prestamos. Estamos convencidos de que queda mucho camino por recorrer, y de que podemos aportar mucho valor en este viaje. De hecho, según un estudio de la Universidad de Barcelona, los servicios de movilidad bajo demanda podemos complementar el transporte público colectivo, facilitamos la ‘última milla’ y cubrimos itinerarios infrautilizados. Además, taxis y VTC podemos reducir la compra de vehículos privados hasta un 3 %, reducimos la congestión en un 7% y las emisiones de CO2 un 6%.

A pesar de los beneficios que aportamos a la sociedad, y que quedan reflejados en los comentarios de nuestros usuarios particulares y empresas, observamos con incertidumbre la futura regulación que quiere establecer la Generalitat. Este marco jurídico supone una oportunidad idónea para apostar por soluciones de movilidad sostenibles que propongan a los ciudadanos y visitantes una alternativa real al uso del coche particular. Pongamos al ciudadano en el centro del debate, pensando en aquello que necesita para que pueda desplazarse de manera segura, accesible y sostenible. Dejemos de ofrecer soluciones de los años 70 y apostemos por una regulación que nos sitúe en 2024.