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Entre la vida y la muerte

El exprimer ministro Dries van Agt, y su esposa, Eugènie, decidieron acogerse a la eutanasia doble tras compartir 70 años de vida. Ojalá todos pudiésemos estar a los mandos de la nave en un momento tan especial

Imagen de archivo de un entierro.

Imagen de archivo de un entierro. / Pixabay

Carles Francino

Carles Francino

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Nunca he tenido una buena relación con la muerte. Ya es mucho que con el paso de los años haya conseguido incorporarla a mi cabeza sin que estorbe tanto como antes. La muerte es lo único de la vida que no tiene solución, por eso morirse es una mierda y que se mueran personas a las que quieres, todavía más. Supongo que en mi caso influyó decisivamente el hecho de que perdiera una hermana a edad muy temprana. Un día nos acostamos, como todas las noches, y a la mañana siguiente una meningitis se la había llevado por delante. Estuve años sin acudir a ningún funeral, con el tiempo se me pasó. Pero mis padres, que en aquellos momentos esperaban otro hijo, arrastraron hasta el fin de sus días una carga que todas las Navidades se manifestaba de manera especial. Me acordé de ellos –y de mi hermana María Eugenia- leyendo un libro conmovedor, que se titula 'Mamá, eres el amor de mi vida'. Su autora es la madre de un niño de cuatro años, Darío, que murió en el Retiro, en Madrid, al caerle un árbol encima. La sinceridad de Virginia te desarbola cuando escribe que “el dolor por la muerte de un hijo dura toda la vida. Es un dolor perpetuo que nos va a acompañar siempre, al igual que el amor hacia nuestro hijo fallecido. Nos duele su muerte y, al mismo tiempo, seguimos amándolo profundamente”. He tomado nota -para no olvidarme- de las frases inconvenientes que soltamos en situaciones tan dramáticas y que en este caso tuvieron que aguantar: “Él no sufrió... Tenéis que superarlo... No llores más... Sé cómo te sientes...” ¿De verdad? No tenemos ni idea. Pero esa mezcla tan emotiva entre el amor y el dolor me ha conectado con una historia que tiene pinta de final feliz. O a medias.

La del exprimer ministro holandés, Dries van Agt, y su esposa, Eugènie, que decidieron acogerse a la eutanasia doble tras compartir 70 años de vida. Ojalá todos pudiésemos estar a los mandos de la nave en un momento tan especial, cuando se confirma que la vida es un camino que va de victoria en victoria... hasta la derrota final. Al menos en esta ocasión la partida quedó en tablas. 

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