Monedero y el amable gallego
Cuando Pablo Iglesias anunció que volvía a hacer tele, creí que lo haría bien, pero en seguida descubrí que la política partidista carcome cualquier talento
Juan Soto Ivars
Escritor y periodista
A Juan Carlos Monedero lo han purgado de CanalRed, la tele parroquial de Podemos. CanalRed fue la constatación de lo mucho que la política destruye la valía de los hombres. Pablo Iglesias, antes de fundar Podemos, tenía en La Tuerka una propuesta audaz y valiosa. Era un buen entrevistador y sus debates exhibían pluralidad y chicha. Como comunicador siempre fue mejor que como político. Por eso, cuando anunció que volvía a hacer tele, creí que lo haría bien, pero en seguida descubrí que la política partidista carcome cualquier talento. Canal Red es tan deprimente como cualquier órgano de comunicación institucional.
En su tele, lo mismo que en su partido: empezaron a rodar cabezas a medida que el jefe se iba atrincherando en posiciones ortodoxas. El programita de Monedero (insufrible) se lo cargaron por cuestionar la división de la izquierda, y pasó lo mismo con un chaval que moderaba los debates de El Tablero: Sergio Gregori. Este empezó con Canal Red convencido de que podría hacer allí periodismo. Cuánta ingenuidad cuando somos jóvenes. Lo tienen picando piedra al fondo del cuarto de las fregonas.
En fin, el caso es que Monedero se desquita y, en el programa de Quequé de La Ser, le hicieron la pregunta mágica: ¿cuándo se jodió Podemos? Respondió con su tono de siempre, profesoral y petulante, y aludió a la ley de hierro de la oligarquía. ¡Vaya, Juan Carlos, no deja uno de sorprenderse! Hace ocho años, cuando Podemos tenía motivos para venirse arriba, un amable gallego te advirtió en la televisión de que eso mismo, la ley de hierro de la oligarquía, iba destruir a Podemos.
Grueso de cuerpo y agudo de pensamiento, el gallego nombró a Danton y Robespierre delante de Monedero para recordarle que la revolución siempre devora a sus hijos. La reacción del entonces dirigente fue de una arrogancia insoportable. Se burló de su físico, le corrigió con pedantería un desliz superficial al citar a Gramsci y alardeó de lo mucho que Podemos había previsto vacunas contra la enfermedad que devora a todos los adanistas. Ocho años después, Monedero se permite citar las palabras de ese amable galleg, pero evita referirse a él, fingiendo que la idea es suya.
Ya que no lo cita, lo cito yo: es Miguel Anxo Bastos, profesor de ciencia política y economista de la rama libertaria. Evitando su nombre, Monedero demuestra que el mayor problema de Podemos siempre ha sido la arrogancia.
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