Una conversación

Maltrato filio-paternal

Nada hay más decepcionante que ver a unos padres superados por un niñato que les llama de todo y no saben qué hacer con él

Una adolescente le pega un puñetazo a una anciana de 87 años

Una adolescente le pega un puñetazo a una anciana de 87 años

Carles Sans

Carles Sans

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

–¡Ven aquí!

–¡Que me dejes en paz! ¡Vete a la mierda, te lo he dicho ya dos veces!

–¡No me hables así!

–¡Te hablo como me sale de los cojones, y no pienso venir!

Este es un extracto de una conversación, por llamarlo de alguna manera, entre una madre y un hijo en un céntrico supermercado de Barcelona. Los que estábamos en torno a esta escena no dábamos crédito de cómo un niño que no tendría más de 12 o 13 años le chillaba así a su madre. No hay nada más estremecedor que ver a un hijo maltratando a sus progenitores, y no hay nada más decepcionante que ver a unos padres superados por un niñato que les llama de todo y que no saben qué hacer con él. Son padres incapaces de manejar la situación, personas que decidieron tener un hijo, tal vez sin haberse planteado demasiadas cosas. Parejas mal educadas y en todo caso mal educadoras que ahora andan confusas sin saber abordar un problema de muy difícil solución. El maltrato filio-paternal ha aumentado en España un 400 % en los últimos 10 años. Según un estudio de la Universidad de Deusto en el que participaron casi 3.000 adolescentes de entre 13 y 18 años entre el 2013 y el 2017, el 3,2% admitió haber agredido físicamente a sus padres, y el 12,5 % confesaba que lo hacía psicológicamente. Esa escena de una madre derrotada ante un hijo con actitud chulesca y desafiadora, ni pizca preocupado por estar insultando públicamente a su madre, no la he conseguido digerir. 

¿A qué clase de sociedad hemos llegado en la que los jóvenes no sienten ninguna empatía y ni un mínimo respeto hacia sus mayores?

Sin duda habrá jóvenes bien educados que conocen el valor de respetar a sus padres; sin embargo, sospecho que hemos creado una juventud cuyos valores son muy distintos a los que me enseñaron cuando yo tenía su edad. 

La falta de empatía y un desbordante egoísmo ha contribuido a formar una juventud incapaz de asumir responsabilidades, porque muchas veces, todo hay que decirlo, detrás de estos chavales ha habido unos padres que no lo han sabido hacer bien.

El maltrato de hijos a padres ha empezado a ser un tema muy preocupante con el que los servicios sociales tendrán que emplearse a fondo para frenarlo.