Tendencia creciente

¿Se puede contener a las derechas radicales en Europa?

Según una encuesta realizada por el 'think tank' ECFR, se espera que en, al menos, nueve Estados miembros ganen las opciones de la derecha radical

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Los dirigentes de la ultra AfD Alice Weidel y Alexander Gauland, en el Bundestag.

Los dirigentes de la ultra AfD Alice Weidel y Alexander Gauland, en el Bundestag. / Europa Press/Contacto/Andrea Renault

Ruth Ferrero-Turrión

Ruth Ferrero-Turrión

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No se dice nada nuevo cuando se habla del peligro que entraña para las democracias la creciente ola reaccionaria. Este 2024 será un año en el que estos temores se podrían materializar. Trump se encuentra en disposición no solo de ganar las primarias republicanas, sino que también encabeza las encuestas en una potencial carrera frente a Joe Biden. En América Latina ha ganado el ultraliberal Milei, y en India Moddi parece que revalidará su mandato. Como no podía ser de otro modo, Europa no está ni mucho menos al margen de estas tendencias globales.

Según una encuesta realizada por el 'think tank' ECFR, se espera que en, al menos, nueve Estados miembros ganen las opciones de la derecha radical, y en otros tantos podría quedar como segunda fuerza política. Y ante esta situación, ¿hay alternativa? ¿Se puede frenar esta ola?

En primer lugar, habría que identificar las causas, para luego actuar sobre las mismas. Estas causas siguen siempre una pauta de actuación similar que se adapta a cada caso particular. Los ejes sobre los que se articulan sus propuestas se construyen sobre la base del miedo y de la incertidumbre. El miedo a la pérdida de identidad lleva a propuestas de tipo nativista y excluyente, el miedo al enemigo exterior profundiza las pulsiones nacionalistas y militaristas, el miedo a las incertidumbres en un mundo que se transforma en lo energético, en lo cultural, en lo social acentúa repliegues que miran hacia el pasado con nostalgia.

Varias han sido las estrategias que se han utilizado a lo largo y ancho del continente europeo para intentar desactivar a las derechas radicales. La imposición de “cordones sanitarios” ha sido la que se ha utilizado en el caso alemán, la asunción por parte de los partidos tradicionales de las agendas de los radicales con la idea de ampliar sus bases electorales como ha sido el caso de Países Bajos y, en otros, finalmente ha sido la incorporación de dichos partidos a los ámbitos del gobierno como es el caso de Finlandia en el nivel estatal o en España en el nivel regional y local.

En los dos primeros casos, no parece que la estrategia esté funcionando. Los Países Bajos ya han presenciado como el viraje hacia la derecha de Rutte y sus sucesores ha dado la victoria a Wilders. En Alemania los radicales del AfD ya contarían con uno de cada tres votos en el Este del país y uno de cada cinco en el resto del territorio. En todas las encuestas AfD supera al partido socialista y se sitúa como segunda opción en unas potenciales elecciones. La CDU y el SPD consiguieron, gracias a los pactos de Gran Coalición, impedir la entrada de AfD en distintos gobiernos locales y federales. Ahora no parece tan claro que eso vaya a ser posible. El crecimiento exponencial de esta fuerza política puede convertirla en mayoritaria en algunas zonas y desde ahí forzar cambios legales y judiciales en el nivel federal. Además, sus contactos con fuerzas abiertamente neonazis como CORRECTIV han llevado a una ingente movilización no solo de la población alemana sino también de las grandes empresas multinacionales como BMW o Adidas, entre otras. El miedo, en este caso moviliza, la cuestión es si lo hará también en las urnas.

¿Qué hacer? Sin duda no hay respuestas sencillas y lineales. Pero lo que sí parece claro es que no es suficiente apelar al miedo a la extrema derecha. Porque para empezar a construir proyectos y ofrecer propuestas hay que romper los marcos del miedo y de la seguridad. En esos marcos siempre ganarán los radicales.

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