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Elena Neira

Elena Neira

Profesora de los Estudis de Ciències de la Informació i de la Comunicació de la UOC

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'Saltburn' y los 'snacks' para TikTok, por Elena Neira

“Saltburn”: ¿Por qué nos fascina tanto la vida de los ricos?

“Saltburn”: ¿Por qué nos fascina tanto la vida de los ricos?

'Murder on the dance floor', el himno pop de la cantante y compositora Sophie Ellis-Bextor, se ha viralizado en redes sociales más de dos décadas después de su lanzamiento. Y no, no es que los algoritmos hayan hecho de las suyas o que alguna versión de la canción se haya colado en tendencias de audio. La responsable del revival ha sido 'Saltburn' (Emerald Fenell), una película de Prime Video estrenada durante las vacaciones de Navidad. La historia recuerda a 'El talento de Mr. Ripley', pero con menos elegancia y más humor negro, exceso y depravación. Mientras en la novela de Patricia Highsmith y en la película de Anthony Minghella las cosas se insinúan, en 'Saltburn' la cineasta lleva a cabo un ejercicio de completo exhibicionismo. Es una película sin término medio. O te fascina o te horroriza. En mi caso ha sido lo primero. En cualquier caso, más allá del debate en torno a la calidad artística de la cinta, hay que reconocerle el mérito de haber conseguido seducir a una de las audiencias más difíciles de cortejar hoy en día: la generación Zeta.

'Murder on the dance floor' se ha convertido en tendencia porque es la banda sonora del clímax de la película, una de esas escenas que encumbran la carrera de actores y actrices y pasan a la posteridad por el impacto que tiene en el espectador. No es la única. 'Saltburn' sirve en bandeja varios momentos tan sorprendentes como incómodos, que dejan con la boca abierta y generan la necesidad imperiosa de comentarlos con tus amistades.

Fennell es una 'millennial' contando una historia ambientada en una época lejana para los zetas (la primera década de 2000) y ha ejecutado con maestría una cuidada estrategia de seducción con esa demografía que, según dicen, tiene atención de pez. Y lo hace jugando con sus normas. El primer recurso es la nostalgia, cuyo gancho es incuestionable. También la polémica, que siempre despierta curiosidad. Pero el factor decisivo ha sido emplazar estratégicamente varios momentazos a lo largo de la película, dopamina emplatada en forma de aperitivos. Los zetas no han necesitado más. Han cogido esos 'snacks' y se los han llevado a su red estrella, TikTok.

El baile diabólico, triunfal y liberador de Barry Keoghan por los pasillos de Saltburn a ritmo de 'Murder on the dance floor' se ha convertido en 'trend' en esa red social, en la que los usuarios replican el paseíllo en sus casas. También abundan los vídeos de reacciones al primer contacto con la película, grabados por personas que ya la han visto, para captar en tiempo real la reacción a alguna de sus escenas más morbosas.

'Saltburn' no ha llevado al público en masa a los cines. Salvo en EEUU y en Reino Unido, la cinta se ha estrenado directamente en Prime Video. Pero el fenómeno en redes le ha dado una visibilidad muy valiosa, especialmente para una película que quiere entrar en el circuito de premios.

Adueñarse del contenido es, para esta generación, la forma más directa (y poderosa) de prescripción. Cualquier persona que se dedique el marketing cinematográfico mataría porque, con cada estreno, se produjese un fenómeno similar. Conseguir una visibilidad como la lograda por 'Saltburn' a coste cero es tan difícil como infrecuente con una campaña al uso. Los zetas, esa generación sobreestimulada y de consumo fugaz, puede convertirse en un público de lo más activista, pero necesitan momentos inesperados y sorprendentes, escenas que puedan moldear entre sus manos y convertir en el último 'challenge' de TikTok.

El éxito de una película, hoy por hoy, no puede prescindir de esta demografía, cuyo apoyo es fundamental para darle visibilidad al contenido. Y los creadores cada vez lo tienen más en cuenta a la hora de desarrollar sus historias. El éxito de 'Saltburn' es, por supuesto, mérito de su equipo artístico y técnico. Pero también de una manera muy honesta de entender lo que quiere uno de los públicos más importantes a los que se dirige. El usuario de TikTok quiere materia prima para sus vídeos POV, quiere música, baile y purpurina. Y eso sí que va camino de convertirse en tendencia.  

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