Contaminación
Albert Soler

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Periodista

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Fraga y Yolanda en la playa

Se empieza llamando “casta” a los demás y se termina posando para los fotógrafos en una playa

La vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz (a la derecha de la imagen)

La vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz (a la derecha de la imagen)

Desde el chapuzón de Fraga en Palomares que no se veía en España un político tan audaz y con tanto desapego a la propia vida como Yolanda Díaz recogiendo un pellet en una playa gallega. Exagero, tal vez fueron dos pellets -me van a perdonar que me descontara-, como tal vez fueron dos las bombas atómicas caídas en la costa de Almería en 1966. Han tenido que pasar casi sesenta años para que un español, española en este caso, recordara al mundo el arrojo de la raza hispana. Gallegos tenían que ser ambos, de esa tierra que tantos hijos ha entregado al mar. Cierto es que Fraga se mojó levemente el ombligo y Yolanda Diaz ni siquiera eso, pero los dos demuestran que, cuando es necesario, un gallego arriesga el pellejo para salvaguardar la mar, qué caramba, que ya basta de llamarlo el mar, queda mucho más épico la mar. Y encima hace más feminista, como la misma Yolanda de los Pellets.

Antaño, los líderes españoles daban muestra de su bravura en las llanuras de Flandes, ahora prefieren las playas, que pillan más cerca. Ver a Yolanda Díaz arrodillada, y esta vez no delante del lacismo catalán, como de costumbre, sino para recoger un humilde pellet -de acuerdo, quizás fueron dos, ya lo he dicho- encogía el alma. Por la mar, Yolanda se juega el tipo, e igual que hoy se agacha para buscar algún pellet que salga con ella en la foto, mañana se agacha en el mercado para hacerse con medio quilo de percebes, y nos dirá también que es una acción en favor de las 'percebeiras', esas mujeres de la mar que tanto se sacrifican para que ella coma marisco.

No es que su vestuario casara mucho con la ocasión, en eso hay margen de mejora, debería cambiar de asesores. Más parecía una pija buscando el pendiente de oro caído en la arena, que una ministra salvando sin ayuda de nadie los ecosistemas marinos del planeta, como era el caso. De su semblante adusto y concentrado, en cambio, se diría que, más que recoger una bolita de plástico en una playa gallega, estaba desactivando una mina en Afganistán. Aunque tal vez era cara de hartazgo.

-Venga, terminad ya con las fotos, que estoy harta de estar agachada y quiero ir a ver a cuánto está el quilo de percebe- parecía decir su expresión.

Se empieza llamando “casta” a los demás y se termina posando para los fotógrafos en una playa. Como Fraga, sólo que a este le cabía el estado en la cabeza, y a Yolanda, apenas un pellet.

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