Nuestro mundo es el mundo

Podemos: anatomía de una caída

El partido de Pablo Iglesias que quiso encarnar la izquierda de futuro puede acabar torpedeando el pacto de Sánchez y Sumar con todo el nacionalismo

Archivo - El exvicepresidente del Gobierno y exlíder de Podemos Pablo Iglesias en un acto de mayo

Archivo - El exvicepresidente del Gobierno y exlíder de Podemos Pablo Iglesias en un acto de mayo / Rober Solsona - Europa Press - Archivo

Joan Tapia

Joan Tapia

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Esta semana ha hecho 10 años que Pablo Iglesias, Íñigo Errejón, Juan Carlos Monedero y otros fundaron Podemos. Nació como consecuencia de la protesta de los indignados contra la crisis de 2008 que estalló en el 2011 con la ocupación de la Puerta del Sol, el movimiento 15M y el “no nos representan”. Todas las expectativas se frustraron y entonces Podemos prometió defender a “los de abajo” contra “la casta”. Acabar con el régimen del 78 que no era una democracia y conquistar el cielo por asalto, sin consenso. Y en las elecciones europeas de mayo de aquel 2014 lograron -por sorpresa- 1,2 millones de votos y 5 eurodiputados. Un éxito que coadyuvó a la abdicación de Juan Carlos el 18 de junio. Y de inmediato el CIS colocó a Podemos como el segundo partido en intención de voto directa. Tras el PP, pero delante del PSOE.

¿Sería Podemos algo imparable que ganaría al PP tras liquidar al PSOE? El temor fue tal que un inteligente banquero afirmó “necesitamos un Podemos de derechas”. Y todo pudo pasar. En las elecciones generales de 2015 que ganó Rajoy sin mayoría, el PSOE con el nuevo liderazgo de Pedro Sánchez bajo a 90 escaños (en el 2011 Rubalcaba 110) y Podemos y sus confluencias alcanzaron los 69. Y todo el mundo creyó que en la repetición electoral de junio de 2016 Podemos daría el 'sorpasso' y el PSOE acabaría como el Pasok griego. Pero no fue así y el PSOE con 85 escaños quedó por delante de Podemos más Izquierda Unida con solo 71. Aquel fue el primer punto de inflexión.

Hoy Podemos tiene solo 5 escaños, obtenidos en la lista de Sumar de Yolanda Díaz y el miércoles 10 propinó la primera derrota de la legislatura al Gobierno al rechazar el decreto del subsidio de desempleo. Y puede ser la gran cruz de Sánchez en las próximas semanas porque quiere vengarse del ninguneo de Yolanda en la lista de Sumar. ¿Qué ha sucedido para que de encarnar el esplendoroso futuro de la izquierda en el 2015 -alguien dice que entonces Iglesias y Errejón eran como Felipe y Guerra en 1977- se haya convertido en un grupo marginal?

Quizás lo más decisivo es que, pese a todas las descalificaciones, España volvió a crecer, salió de la crisis y creó empleo en los últimos tiempos de Rajoy y con Pedro Sánchez tras la moción de censura de 2018. La desesperanza que aupaba a Podemos fue diluyéndose y el PSOE aguantó al renovar su dirección sin romperse (victoria de Sánchez en las primarias contra Susana Díaz y Patxi López). La salida era Bruselas, no Caracas.

Pero las grandes peleas internas, cuyo momento decisivo fue la ruptura entre Pablo Iglesias e Íñigo Errejón, a la que se añadió después la de Carolina Bescansa y tantas otras, también han tenido mucha relevancia. Juan Carlos Monedero, uno de los fundadores, alineado con Iglesias, pero hoy en actitud “suelta” se ha sincerado a Álvaro Carvajal en 'El Mundo': “Podemos se ha encastillado, alguna vez se ha vuelto paranoico…la dirección no ha sabido convencer a los discrepantes de quedarse… porque el problema de Podemos ha sido siempre la soberbia… también de Errejón”. 

La gran soberbia de Iglesias que dimite de vicepresidente de Sánchez tras haber exigido la repetición electoral de 2019 para forzar la coalición y -Monedero dixit- “deja a Belarra el regalo envenenado de Yolanda Díaz que no es de Podemos y no tiene ningún compromiso”. Lo que no dice Monedero es que la gestión -la ley del 'solo el sí es sí' con efectos muy contrarios a los previstos- y la tozudez y el maximalismo de Belarra e Irene Montero obligaron a Yolanda Díaz y a otras fuerzas de izquierdas (como Más Madrid) a unirse en Sumar para que sobreviva algo a la izquierda del PSOE. No es una asignatura fácil porque ya se ha visto cómo está Tsipras en Grecia.

Y el futuro pinta mal. Está clara (Galicia) la animadversión total entre Pablo y Yolanda. Y las elecciones europeas de junio son vistas en Podemos como la venganza por el ninguneo de Sumar en las generales del pasado julio. Irene Montero, la candidata, acusará a Sumar de comparsa de Sánchez, lo que puede hacer que voten contra el Gobierno. Como el miércoles 10. ¿Puede acabar Podemos, que quiso ser la gran apuesta de una nueva izquierda, como el enterrador del gobierno de toda la izquierda apoyado por todo el nacionalismo?

Suscríbete para seguir leyendo