Cofundador de Vox

Breve historia de Ortega Smith

Este falangista, machista y violento, se sostiene todavía, aunque sea tambaleando, gracias a los apoyos explícitos o implícitos que todavía recibe

El diputado de Vox Javier Ortega Smith se encara con policías antidisturbios en la calle Ferraz de Madrid el pasado día 17.

El diputado de Vox Javier Ortega Smith se encara con policías antidisturbios en la calle Ferraz de Madrid el pasado día 17. / Lluis Lozano EFE

Ernest Folch

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El bautizo político de Javier Ortega Smith tuvo lugar en 2014 con una heroica incursión en Gibraltar donde sustrajo un trascendente bloque de hormigón, delito por el que está en busca y captura desde entonces. Volvió al escenario del crimen gibraltareño unos años después para colgar una bandera española gigante y fugarse otra vez a nado. Fundador de Vox junto a Santiago Abascal, las mini invasiones del peñón le dieron la relevancia mediática para entrar con todos los honores en el olimpo mediático de la extrema derecha. Sus antecedentes biográficos, no por previsibles, dejan de tener miga: de acomodado padre español y madre argentina, es primo íntimo de Juan Chicharro Ortega, presidente ejecutivo de la Fundación Francisco Franco. Fue militante desde muy joven de la Falange de las JONS, y en 1986, con solo 17 años escribía loas encendidas a la dictadura de José Antonio Primo de Rivera, como destapó 'La Marea'. Todas estas ‘frikadas’ del niño pijo deberían haber quedado en el olvido, pero la explosión del ‘procés’ le dio una inesperada autopista mediática.

La consagración institucional de Ortega Smith fue su aparición estelar en el juicio del ‘procés’ como acusación particular, el momento exacto y bochornoso en el que una parte de la sociedad española decidió tratarle como si fuera alguien respetable. Pero, aunque la mona se vista de seda, mona se queda. Después de disparates varios, entre los que destaca haber ido a un acto con más de 9.000 personas con síntomas de covid y sin mascarilla en el pico inicial de la pandemia, se le vio hace poco en Ferraz alentando a las masas contra Pedro Sánchez, y llegó a enfrentarse a la policía porque no le dejaban hacer o que él mismo denunciaba cuando vestía la toga del ‘procés’: manifestarse en contra del sistema. Hasta que hace unas semanas, se quitó la poca careta que le quedaba con un gesto violento en la Asamblea de Madrid hacia un diputado de Más Madrid, y ha sido oficialmente reprobado. Sin embargo, lo interesante de Ortega Smith no es su triste biografía de ‘facha’ de manual, que en condiciones normales no daría para más que para compartir un paseo anónimo en Ferraz con los cuatro nostálgicos de siempre. Lo relevante es cómo este falangista, machista y violento se sostiene todavía, aunque sea tambaleando, gracias a los apoyos explícitos o implícitos que todavía recibe. Una primera explicación muy clara son los medios que lo catapultaron y le blanquearon, a él y a Vox, durante tantos años, y que ahora ya no saben cómo recular. La segunda explicación es más inquietante: el PP se comporta con Ortega Smith como ha hecho con Vox. Hace ver que lo reprueba pero le compra su discurso, hace ver que lo condena pero gobierna con él. En realidad, la pequeña historia del camorrista Ortega Smith sirve para ilustrar por qué la extrema derecha se ha abierto camino en España y por qué la derecha, mientras se aferre a ella, no podrá gobernar nunca. Hay un elefante siniestro en la sala, y gracias a él Pedro Sánchez sigue su paseo triunfal.

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