Reunión poselectoral

El sexo de Puigdemont con el PP

Puigdemont puede seguir jugando con fuego e insistir con llevar al hartazgo a Pedro Sánchez, que está ya hasta el gorro de la permanente gesticulación de Puigdemont 

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Carles Puigdemont interviene en el pleno del Parlamento Europeo para revisar la presidencia española del Consejo de la UE.

Carles Puigdemont interviene en el pleno del Parlamento Europeo para revisar la presidencia española del Consejo de la UE. / EFE

Sergi Sol

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Los diputados Josep Rius y Albert Batet no son cualesquiera en Junts. Mano derecha e izquierda de Puigdemont. En no pocas ocasiones el Líder totémico ha zanjado temas recordando a propios y extraños que solo estos pueden hablar en su nombre. Con todo lo que eso significa en un partido donde quien ordena y manda, sin matices ni contrapesos, dice ser un militante de base más. 

Pues bien, ambos fueron quienes se reunieron con el PP en Barcelona para estudiar escenarios alternativos al, como dicen en Madrid, sanchismo. Los emisarios populares eran unos don nadie, todo sea dicho con el mayor respeto, en el sentido que no son quienes duermen con Feijóo. De alguno, el gallego no sabe ni el nombre de pila. Lo que no quita que tengan criterio y un cierto peso regional. Pero ahí acaba su influencia.

En cambio, de Rius y Batet todo lo sabe Waterloo. Ahí se intuye una diferencia notable. Y quién con más ahínco buscaba a quién. Aunque nunca cabe descartar nada cuando se exploran ententes o se establecen puentes. Siembras hoy para cosechar mañana. También por eso Feijóo sorprendió pidiendo públicamente respeto para Junts mientras Ayuso refunfuñaba y le caían algunos palos al gallego desde más a la derecha. Lo que es estar muy a la derecha. Porque hoy el PP de partido centrista tiene tanto como Vox de derecha europea al uso. Los de Abascal son más de camisa azul. 

Pero sobre todo el encuentro de los disciplinados y leales sargentos de Puigdemont con el PP responde a una imperiosa voluntad de este. Primero porque está convencido que él es más astuto y que hay que jugar a derecha e izquierda para tener siempre 'un roc a la faixa'. Y segundo porque Puigdemont mantiene que PP y PSOE son lo mismo, uno te mata con anestesia y el otro sin. No hay diferencia pues en la práctica según el credo del puigdemontismo. Ni tan siquiera en la actual coyuntura. Lo que también pasa por afear como mantra de batalla sin tregua los acuerdos de los republicanos de Junqueras con el PSOE.

Puigdemont es el hombre de las jugadas maestras. Siempre según su nutrido Club de fans claro está. Uno de estos justificaba el otro día en privado el giro copernicano de Puigdemont asegurando que la diferencia de la estrategia que sigue el líder supremo respecto a los republicanos de Junqueras es que lo de Puigdemont "no es amor, sino sexo" mientras lo de los tontorrones de ERC sería amor y no sexo. Vamos, que son unos blandengues que se enamoran y por eso les toman el pelo. El sexo de Puigdemont se concretaría en pegarle, llegado el momento, un buen polvo a Pedro echando mano del PP. Por eso le dijo lo que le dijo Puigdemont al líder del PP europeo, Manfred Weber. Otra cosa es que la experiencia indica que quien juega con fuego acaba quemándose o quemando a sus bomberos en funciones de pirómanos. Ya ocurrió cuando Puigdemont ordenó a Batet proponer una moción de censura encubierta contra Pere Aragonès. Quería humillar a este y provocar elecciones anticipadas haciendo saltar aparatosamente por los aires a un Govern que jamás quiso. Pero lo único que logró es que el bueno de Puigneró -que ya nadie se acuerda pero era el vicepresidente- saliera en globo. Y luego le siguieron, aunque muy a su pesar, todos los consellers de Junts. Incluido un Jaume Giró que brillaba con luz propia y había eclipsado a Puigneró. Para más inri, en un notable ejercicio de estulticia, los de Junts que defendieron salir argumentaron a sus compañeros díscolos que Aragonès convocaría elecciones en menos de dos meses. En fin, no se puede tener más visión de la jugada pese a que se venden como maestros en estas lides.

Puigdemont puede seguir jugando con fuego e insistir con llevar al hartazgo a Pedro Sánchez, que está ya hasta el gorro de la permanente gesticulación de Puigdemont que, en ocasiones, arrastra a sectores de ERC más volubles a la crítica. 

Pedro Sánchez puede ser un trilero. Puede ser hombre de vaivenes chocantes. Pero no hay duda que ha jugado fuerte. Empezó con los indultos, siguió con la derogación de la sedición y ha acabado en la amnistía. No es menor. Solo hay que escuchar a Felipe y Guerra. Claro está que para un 'indepe' jamás será la panacea. Tampoco para quien esté para un referéndum acordado. Lo que no quita que entre Sánchez y el PP media hoy un abismo insondable. Pretender que todo es igual es una auténtica patraña.

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