Una muñeca para papá
Los niños y las niñas aprenden desde muy temprana edad las normas y expectativas atribuidas a cada género
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Sílvia Cóppulo
Periodista y psicóloga.
Licenciada en Psicología y Doctora en Comunicación. Profesora de Comunicación en la Universitat de Barcelona
Yo, para ser feliz, quiero un camión, en camiseta mascar tabaco, escupir a los urbanos y a mi chica meter mano, cantaba el troglodita roquero. Puro estereotipo del rol de macho machista. Treinta años después, ¿nos atrevemos a comprar a nuestro hijo una muñeca, vestidita de rosa o un traje de enfermera, con un kit de inyecciones, tijeras y esparadrapo? Y a nuestra hija, ¿los Reyes Magos le traerán un coche de bomberos o una pelota de fútbol cuando son nuestras jugadoras las campeonas?
Los niños y las niñas aprenden desde muy temprana edad las normas y expectativas atribuidas a cada género. Los progenitores influyen decisivamente en el desarrollo de su identidad sexual. Y aunque las autoridades llevan años de campañas para que los juguetes no reproduzcan los estereotipos de género, hoy mismo, sin rubor alguno, en una afamada cooperativa de productos culturales, me han señalado la zona azul de juguetes y la zona rosa. De los disfraces y juegos de héroes o luchadores, a los de princesas, bailarinas con tutús y mamás que cuidan a sus bebés. Cierto es que ya existen áreas comunes, donde habitan los cuentos, los juegos de magia y hasta una cocinita de madera, tamaño natural, con un niño y una niña a cada lado en la foto de la caja. Los estereotipos se rompen muy lentamente. En el fondo, ¿nos da miedo que nuestro hijo sea un blandengue y que nuestra hija adopte maneras duras y potentes? ¿Tememos confundirlos?
En un reciente estudio de la McGill University de Montréal, cuando se preguntaba a los hombres si contratarían a un chico para cuidar a su descendencia, mayoritariamente respondían que no. Solo una minoría se atrevería a comprar una muñeca a sus hijos varones, y la mayoría de ellos también creía que los niños necesitan más que las niñas hacer deportes competitivos. Pero si bien, cuando a los niños varones les preguntaban con qué jugarían con sus papás tendían a escoger juguetes de chicos, con naturalidad estaban dispuestos a utilizar juegos de niñas para jugar con sus amigas.
Pongamos atención, pues: el primero que debe aprender a jugar con una muñeca es papá.
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