Opinión | La hoguera
Escritor y periodista
Juan Soto Ivars
Escritor y periodista
Marchando una flotilla de la libertad
Ada Colau anunciaba estos días atrás que se va a subir a un barco y se va a ir a Gaza para llevar alimentos en una nueva "flotilla de la libertad", como la que llevó a gente de la cultura a Gaza hace unos años. Que nadie malinterprete lo que estoy dispuesto a escribir hoy: la ayuda humanitaria a la población de Gaza me parece necesaria y loable. Otra cosa es subirse al barco y contarlo a los cuatro vientos, actitud que me huele más bien a lucimiento. Pero lo que me irrita en lo personal, y me hace reír, es que esto se llame "flotilla de la libertad". He aquí el acto de ironía involuntaria, necesario para sobrevivir en un mundo que se ha vuelto demasiado absurdo.
En Gaza gobierna Hamás. Las últimas elecciones se celebraron hace veinte años. Hubo una guerra civil en Palestina, entre los nacionalistas relativamente sensatos, descendientes de Yasir Arafat, y los fundamentalistas islámicos de Hamás. En Gaza, donde Hamás venció pegando tiros, el gobierno tiránico se niega a devolver a los rehenes israelíes capturados en el holocausto del 7 de octubre. Devolver a esos rehenes es la condición impuesta por Netanyahu para dejar de cometer actos de barbarie contra la población civil. Los gazatíes se encuentran, por tanto, secuestrados por el bloqueo de Israel, por el ataque de Israel y por la incuestionable tenacidad de sus dirigentes políticos, para los que la inmolación es un acto de superioridad ética. Por no hablar de que en Gaza, en tiempos de relativa paz, se aplica una versión integrista de la ley islámica.
¿Flotilla de la libertad? Repito que la ayuda humanitaria en Gaza me parece un acto loable, pero habría que mejorar la nomenclatura o bien empezar a sospechar de las motivaciones de los activistas españoles. ¿Libertad? Me pregunto si el plan secreto de Colau y compañía es desembarcar en esa insoportable playa de martirio para liberar a los rehenes: tanto a los judíos secuestrados como los gazatíes sometidos al integrismo de Hamás. ¿Son nuestros activistas espías enviados en una misión secreta para ejecutar a los dirigentes islámicos? ¿Van a imponer por la fuerza la libertad de las mujeres y los homosexuales sometidos al infierno de la reclusión religiosa?
Sea como sea, dado que Ada Colau es una compatriota y fue una alcaldesa a la que debemos los barceloneses una cuota de cariño y gratitud, espero que se cubra el cabello y no haga ninguna alusión a su bisexualidad.
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