Ruptura

Podemos se va y salva a Sumar

Sin renunciar a su liderazgo personal, el único carisma vigente en la izquierda por encima incluso de Sánchez, la simpar Yolanda Díaz se había embarcado en la tarea caritativa de disimular el naufragio de su antigua formación mientras se apropiaba de su herencia

Ione Belarra durante su intervención en la Conferencia Política de Podemos.

Ione Belarra durante su intervención en la Conferencia Política de Podemos. / EFE

Matías Vallés

Matías Vallés

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Dado que nadie sabe qué sucedió el 23J, puede aventurarse que Sumar hubiera obtenido el mismo resultado sin aliarse a Podemos, aunque un radical insistiría en que Yolanda Díaz hubiera mejorado sus 31 diputados de haberse despojado de los herederos de Pablo Iglesias y compañía. Tras quedarse sin los ministros que no merece, el partido que se puso morado sacudiendo los cimientos de la democracia española rompe ahora con todo. La excusa es tan banal como el destierro de la réplica a un ministro de la limitada talla de Albares, porque Podemos también dispone de la versión definitiva sobre Palestina. Sobre cualquier país del mundo, excepto España.

Podemos se va y salva así a Sumar, que le había regalado cinco diputados después de unos resultados menos que insignificantes en las municipales y autonómicas de mayo. Sin renunciar a su liderazgo personal, el único carisma vigente en la izquierda por encima incluso de Sánchez, la simpar Yolanda Díaz se había embarcado en la tarea caritativa de disimular el naufragio de su antigua formación mientras se apropiaba de su herencia.

Ione Belarra y compañía son apenas una banda de tributo, suenan como un grupo de imitadores de Queen sin el fallecido Freddie Mercury. De ahí que Podemos comercialice su escisión como un sacrificio por el bien de la izquierda, desde su irremediable vocación redentora. Por no hablar de transfuguismo.

El Gobierno pende de un soplido, y no hay en el mundo mediadores suficientes para alisar las arrugas de las relaciones del PSOE con sus infinitos socios. Sin embargo, cuesta creer que un bufido de Podemos impresione más al mapa político que a un electorado harto de una formación que está en fase de ruptura cainita desde su mismo afloramiento. Amontona más deserciones que permanencias, aunque tiene mérito seguir alineado con personajes como Irene Montero, una máquina implacable de perder votos sin reconocer un error. Podemos ha sido engullido por su soledad, nadie va a añorarlo.