PISA resiliente, pero menos en Catalunya

PISA 2022 no ha tenido el impacto catastrófico a causa de la pandemia que muchos esperaban en nuestro país. Los alumnos examinados comenzaron la ESO cuando se inició el confinamiento y tan solo han cursado dos años de toda la etapa en condiciones de normalidad. Sin embargo, España es el cuarto país de los 27 de la Unión Europea con menor impacto de la pandemia en los resultados PISA. En lugar de resentirse la equidad como ha pasado en la mayoría de países, en España se ha reforzado, disminuyendo el peso de la desigualdad social en los resultados.  

Sin duda, la ministra Isabel Celaá acertó en limitar a 45 días el cierre de escuelas y en inyectar 1.600 millones a las comunidades autónomas para reducir ratios, garantizar una equidad resiliente y reforzarse con 33.000 profesores más. Francia también cerró 44 días sus escuelas, pero ha bajado 21 puntos en matemáticas respecto al 2018. España ha bajado 8 puntos tan solo y, por primera vez, igualamos la puntuación en matemáticas (473) de la Unión Europea (474) y la OCDE (472). Lo mismo pasa con los promedios en ciencias y en lectura. Hemos sido más resilientes y eficaces que nuestros países vecinos y eso debe reconocerse como un éxito colectivo.

Informe PISA: Catalunya registra resultados "catastróficos" y se sitúa a la cola de España

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Sin embargo, Catalunya se aleja de la media española y ha bajado 21 puntos respecto al 2018, en contraste con Madrid y Asturias que, incluso, han ganado puntuación. En equivalencia, Catalunya está un curso por debajo de Castilla y León y dos cursos por debajo de Japón, nuevo líder en PISA. ¿Dónde está el problema? Primero, Catalunya tiene la mayor dispersión de resultados de toda España. Tiene un 30% de alumnado en los dos niveles más bajos (muchos) y un 20% en los tres niveles más altos (pocos), siendo ambas cantidades desproporcionadas en relación con su nivel de riqueza y desarrollo. 

En contraste, Madrid tiene un 19% de niveles bajos y un 28% de niveles altos. Ese debería ser el objetivo catalán para PISA 2025 que haría elevar la media estatal. Algo alcanzable tras la inversión de 8.653 millones desde los gobiernos de Pedro Sánchez (hay que decirlo) y tras el rodaje de la LOMLOE que es la clave cualitativa para destacar en 2025. 

Segundo, el 25% de alumnado más pobre logra los resultados más bajos de España en las comunidades del sur y en Catalunya, a más de un curso de distancia de sus iguales de Cantabria, Castilla y León o Navarra. Tercero, incluso los alumnos más acomodados están en Catalunya el equivalente a medio curso por detrás de sus iguales de Madrid y Asturias. Por tanto, la privada catalana debería preocuparse. Cuarto, el llamado alumnado inmigrante, obtiene en Catalunya y País Vasco los resultados más bajos en lectura, a medio curso de distancia de la media española de sus iguales. 

Por tanto, en lugar de formar parte de las locomotoras que encabezan buenos resultados, Catalunya arrastra la media española hacia abajo por su claro infrarendimiento. Tanto por arriba como por abajo. Es algo que ya constatan también las otras pruebas publicadas (PIRLS, competencias básicas, etc.) siendo todo un desafío sistémico la mejora de resultados, la revisión de didácticas y de la eficacia de los centros, así como la introducción de más incentivos de exigencia y mejoras comprobables.

Por mucho ruido mediático que multiplica la visión catastrofista de la educación, PISA 2022 nos dice que la calidad de nuestra educación es equivalente a la media europea, a la que superamos en equidad, en resultados inclusivos, en resiliencia y en bienestar emocional. Catalunya es la que más esfuerzo de mejora debe hacer. 

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