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Acantilados de cristal

La proporción de mujeres directivas cae por segundo año en Catalunya y se sitúa en el 31%

El 42% de las mujeres directivas ha retrasado o renunciado a la maternidad

El 42% de las mujeres directivas ha retrasado o renunciado a la maternidad

Carme Poveda

Carme Poveda

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Las mujeres que rompen el techo de cristal y alcanzan altas posiciones directivas son cada vez más. Por ejemplo, el porcentaje de mujeres en la alta dirección en empresas cotizadas a finales de 2022 ascendía a un 21,73%. Cinco años antes era solo el 14,8%. En los consejos de administración se ha pasado del 18,9% el 2017 al 31,9% el 2022. El ritmo de incorporación de mujeres crece, aunque todavía estamos lejos de alcanzar la recomendación del 40% del código de buen gobierno

Pero no es suficiente con llegar a posiciones directivas, también es necesario permanecer en el poder. Cada vez son más las mujeres que al cabo de unos años de ocupar un puesto de alta dirección o de responsabilidad política renuncian. Con sensación de frustración, quemadas y agotadas. Un ejemplo muy visible ha sido el de la ex primera ministra neozelandesa de 42 años, Jacinda Ardern alegando que no tenía “la energía” para presentarse a la reelección. Y añadió: "Soy humana, los políticos somos humanos". No recuerdo ese ejercicio de sinceridad en otros políticos hombres cuando abandonan el cargo. Tampoco es fácil encontrar mujeres que se presenten para presidir su país con cerca de 80 años o más.

¿Por qué las mujeres renuncian y los hombres no? Una razón fundamental tiene que ver con la cultura empresarial y política, diseñadas por hombres y para hombres. En la que los horarios son infinitos y el liderazgo es de tipo autoritario, basado en la autoconfianza y el cortoplacismo. Por el contrario, el trabajo en equipo, la mirada a largo plazo, la transparencia en la información, la empatía, la intuición y la prudencia en la toma de decisiones, son características del estilo de liderazgo femenino (atención, hay hombres que practican el liderazgo femenino y mujeres que practican liderazgo masculino).

Las mujeres y las crisis

Precisamente estos rasgos del liderazgo típicamente asociados a las mujeres responden a las necesidades que surgen en tiempos de crisis. Es por esto que las empresas tienen a seleccionar a mujeres para ocupar puestos de dirección cuando las organizaciones atraviesan periodos de crisis. Este fenómeno se denomina “acantilados de cristal”, y ha sido estudiado por los investigadores de la Universidad de Exeter, Michelle K. Ryan y Alexander Haslam. Las mujeres se enfrentan así a mayores desafíos que si hubiesen sido contratadas en condiciones normales y, en consecuencia, tienen más probabilidades de fracasar y de caer en un “acantilado” invisible. Una presencia más paritaria en los altos cargos puede ayudar a no exponer a las mujeres a tener más posibilidades de asumir cargos altos solo en tiempos de crisis. 

Las mujeres tienen el mismo grado de ambición que los hombres cuando comienzan su carrera profesional, pero se encuentran con muchos más obstáculos durante el camino y más trampas una vez han alcanzado la cima, lo que se traduce en más abandonos. El nivel de autoexigencia y perfeccionismo en las mujeres es elevado, tanto en su vertiente profesional como en el cumplimiento de sus responsabilidades familiares. El hombre no suele tener la misma presión social y personal, y tampoco suele tener que escoger. Mantenerse en el poder es en sí mismo un objetivo. En el caso de las mujeres, por el contrario, si percibe que no puede dar el 100% para conseguir el objetivo marcado por la empresa por difícil que este sea, tendrá la tentación de abandonar. 

Por todo ello, parece obvio que no basta con lograr una mayor presencia de mujeres en los altos puestos directivos si no realizamos cambios en el estilo de dirección. Entender de modo diferente el liderazgo, con una definición amplia de lo que significa el “éxito” que no solo esté relacionada con la retribución monetaria o los beneficios de la empresa, sino también con la felicidad de los trabajadores y su implicación en el proyecto empresarial, la sostenibilidad del planeta, el cuidado de las personas y el reparto de la riqueza. Tener más mujeres en puestos de dirección mejora los resultados de las empresas, como han demostrado diversos estudios. No lo desperdiciemos tirándolo por el “acantilado”. 

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