Manifestaciones en toda España
Las razones de Feijóo
Santa Paciencia de la amnistía
El colmo de la república
Álex Sàlmon
Periodista. Director del suplemento 'Abril' de Prensa Ibérica.
Si Feijóo hubiera acusado a Pedro Sánchez de tener la intención de impulsar una ley de amnistía para lograr la presidencia en uno de sus debates electores, el socialista lo habría tratado de mentiroso. Por ello, el líder del PP albergaba razones para convocar una manifestación, o manifestaciones, como las de este domingo en 52 capitales de provincia.
Tiene argumentos, siempre que sean pacíficos, para movilizar a sus simpatizantes y, en una catarsis en las calles de España, hacer pública su frustración: la de haber ganado las elecciones y no poder gobernar, aunque el motivo sea su aislamiento en el Congreso con otras fuerzas políticas a causa de sus pactos con Vox.
Los fundamentos de Feijóo en la “mani” fueron “la impunidad con la que Sánchez ha comprado” su investidura, “la codicia” que muestra por ello y la sobredimensión que ha otorgado a los independentistas al aceptar sus exigencias que “no son la solución”, sino “el problema delos españoles”.
Hasta aquí el guion es aceptable. Es más, y lo ha añadido el líder de los populares en la Puerta del Sol, si él hubiera hecho lo mismo “no tengáis ninguna duda de que, si se me ocurriera hacer, si se me ocurriese pactar, si se me ocurriese acordar lo que ha pactado Pedro Sánchez habría una gran huelga general en toda España”.
Esta posibilidad es dudosa. El pasado político del PP niega la mayor. El famoso pacto del Majestic hizo saltar por los aires las máximas de Aznar ante Jordi Pujol. Pero dicho queda, en vistas al futuro. Que Sánchez no será presidente eternamente, y las leyes pueden reformarse.
Como recordó el propio Feijóo, poniéndolo en voz de José María Aznar, también presente, la del domingo fue la primera gran movilización general en la historia del PP a lo largo y ancho de toda España. Esto abre un campo interesante reivindicativo en el que el PP siempre ha demostrado ser bastante torpe. Y más si de compañero tiene a Vox.
Pero su discurso intentó ser transversal. Duro pero educado. Con los ojos puestos en aquellos socialistas a los que lo de la amnistía les produce tanto ardor de estómago, que no lo aplacan ni con jarabes contra la acidez.
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