Educación sexual

¿Es tan importante Bad Bunny?

Suponer que ahora los jóvenes son agentes pasivos en relación a todo lo que les llega es imaginar un futuro muy negro

Una sexóloga arremete contra Bad Bunny por las letras de sus canciones: "Esta es la educación afectiva que reciben"

Mirta Lojo, experta en educación sexual: "Los niños que desnudan con IA se sienten legitimados para agredir"

El artista puertorriqueño Bad Bunny

El artista puertorriqueño Bad Bunny / Telemundo / Efe

Gemma Altell

Gemma Altell

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Hace unos días los medios de comunicación se hacían eco del escándalo que supone una de las canciones que está en el último álbum de Bad Bunny. Para quien la quiera consultar, la canción se titula 'Baticano'. El escándalo surge de la letra que ha sido interpretada como una descripción de una agresión sexual. El debate –tal como estamos viendo con otros productos culturales– se centra en la adecuación de popularizar contenidos que se puedan interpretar que promueven la violencia sexual.

No podemos olvidar que esta cuestión se produce en un momento en el que se ha puesto el foco en la alarma sobre el porno y la infancia a través de distintos canales y también, por desgracia, han salido a la luz casos muy graves de violencia sexual hacia chicas menores de edad perpetrados por chicos también menores de edad. Un contexto complejo que, sin duda, debe obligarnos a plantear qué estamos haciendo mal, todas y todos, como sociedad. Ahora bien, si podemos hacer un análisis racional y ordenado quizás hay algunos argumentos respecto al caso de Bad Bunny que deberíamos tener en cuenta.

Creo que sería importante, antes de escandalizarnos como adultos y decidir de antemano cuál es el impacto que puede tener entre los jóvenes una determinada música/letra, escuchar a la juventud. En este ejercicio de escucha que me he permitido hacer, aparecen cuestiones interesantes como que a los jóvenes no les parece un gran trabajo musical el de este disco; es decir no ha tenido mucha penetración entre los jóvenes.

Es más, ha contribuido a un desprestigio del personaje que es justo lo contrario de lo que él buscaba con una letra que intenta provocar reacciones. Aquí emerge una pregunta al mundo adulto. ¿No le estaremos dando mayor popularidad y relevancia sabiendo que los jóvenes se alinean –por definición– con aquello que escandaliza al mundo adulto?

La segunda reflexión tiene que ver con qué nos pasa a las personas adultas respecto a nuestras adolescencias. ¿Existe un efecto amnésico que va parejo con las canas? Supongo que no hace falta poner ejemplos de las músicas (y letras) que escuchábamos en los 80 y 90. Nadie las censuró en aquel momento. Supongo que entendemos que las adolescencias y juventudes de hoy también pueden tener criterio y capacidad crítica igual que sentíamos tenerla nosotras/os. Suponer que ahora los jóvenes son agentes pasivos con relación a todo lo que les llega y que no tienen capacidad ninguna para elaborarlo es imaginar un futuro muy negro y confiar muy poco en la capacidad de la juventud para construir distinto.

En esta línea, debemos empezar a explicitar que la sexualidad y la violencia sexual son cosas distintas y los jóvenes también lo saben. Y deben aprenderlo de nuestra mano como desarrollo más abajo. Los referentes culturales no siempre tendrán una función educativa ni podemos exigírselo. Lo que sí podemos hacer es no 'prestigiar' este tipo de productos culturales a través de generar polémica con ellos y también podemos contribuir a estimular culturalmente miradas que rompan con las lógicas patriarcales (con violencia o no) y que permitan mostrar nuevas realidades de los jóvenes.

Pero lo que sí nos debe interpelar y cuestionarnos personalmente como personas adultas y, especialmente si tenemos hijas o hijos a nuestro cargo, es por qué empleamos esta mirada adultista frente a la sexualidad adolescente y joven, como si la sexualidad y también la violencia sexual no fueran un reflejo del mundo adulto, en la sociedad en general y en los espacios de socialización particulares de cada persona.

¿Por qué nos hartamos de hablar en abstracto de educación sexual y de comunicación sobre sexualidad en la familia y somos tan poco capaces de llevarlas a la práctica? Insisto, en las escuelas y también en los espacios familiares. ¿Qué nos pasa al mundo adulto con las sexualidades? Las nuestras y las de los jóvenes. Claro que necesitan nuestro acompañamiento los, las y les jóvenes para entender lo que significa el consentimiento y para disfrutar de una sexualidad libre en todos los aspectos. Pero un acompañamiento con valentía, para hablar de sexualidades reales y vulnerabilidades y de cómo vivimos nuestra adolescencia con relación a esta cuestión. Necesitan que no les juzguemos y estemos preparadas y preparados a escuchar todo lo que tengan que contar y también que estemos preparados para aprender. ¿Nos da miedo?

Suscríbete para seguir leyendo