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Álex Sàlmon

Álex Sàlmon

Periodista. Director del suplemento 'Abril' de Prensa Ibérica.

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Cuadrar el círculo de la investidura

Sánchez está trabajando como si su elección ya fuera un hecho. Se trata más de un modelo a seguir adelante, que una realidad. Un ejemplo ha sido la presentación del acuerdo con Sumar, que no con Podemos

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Pedro Sánchez y Yolanda Díaz.

Pedro Sánchez y Yolanda Díaz. / José Luis Roca

Nos encontramos en ese punto de la negociación entre el PSOE y JxCat dónde explicar avances o dificultades tiene sus riesgos. Por ejemplo, decir que todo va bien puede ofrecer una idea equivocada sobre las conversaciones y asegurar que existen muchos puntos discordantes dibuja un peligro que de momento es inexistente. O, al menos, no más que los ya conocidos.

Así que, a partir de ahora, el cerrajón informativo se intuye muchos más radical que lo de hasta ahora, que ya ha tenido un nivel muy profesional. Lo digo en serio. En política es lo que funciona. La frase de “te lo digo, pero no se lo cuentes a nadie” sirve de bien poco. Una negociación se lleva entre cuatro, y no más. Y el trabajo periodístico es hacer de esta máxima harina. Pero lo que tiene Carles Puigdemont en su cabeza no lo comparte con nadie. A lo sumo, con su amigo Josep Maria Matamala. Le va volver a Girona.

Los problemas, y graves, los tiene Pedro Sánchez. Es cierto que, tal y como adelantó Núñez Feijóo, lo del PSOE se divide entre “sanchismo” y socialismo. Y no pasan un buen momento de relaciones. Cada vez se acerca más el día fatídico de la investidura y, en Ferraz y aledaños, los nervios comienzan a erosionar algunas relaciones. Si al final hay Gobierno, ningún problema. Gobierno igual a cargos y, por lo tanto, puestos a ocupar

Sánchez está trabajando como si la investidura ya fuera un hecho. Se trata más de un modelo a seguir adelante, que una realidad. Así que los problemas ya irán apareciendo. Es su modelo. Un ejemplo ha sido la presentación del acuerdo con Sumar, que no con Podemos. Ni siquiera conocían el redactado. Y sin preguntas, al estilo Rajoy, tan criticado en su momento con la pantalla de plasma. En este caso, ni plasma. Ahí se quedan ustedes.

Ni la ministra portavoz, Isabel Rodríguez, quiso entrar a valorar el acuerdo de coalición “que mejora la vida de la gente”. Palabras en la posterior rueda de prensa de consejo de ministros, donde Irene Montero le habrá preguntado que hay de lo mío. Porque mucho se habla de Puigdemont, pero si Podemos fuera fiel a la revuelta del 15-M enviaría los cargos a freír espárragos y al Gobierno.     

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