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Cuando los iliberales pierden

El 54% de los polacos han votado contra el Gobierno populista de extrema derecha que dirigía el país desde hacía ocho años con una fuerte deriva antieuropea

Los resultados en Polonia confirman la mayoría del bloque opositor, pese a ser el PiS la fuerza más votada

Donald Tusk, la respuesta europeísta al ultraconservador PiS en Polonia

Jaroslaw Kaczynski, líder del partido ultraconservador PiS, tras los resultados de las elecciones en Polonia.

Jaroslaw Kaczynski, líder del partido ultraconservador PiS, tras los resultados de las elecciones en Polonia. / Pawel Supernak / EFE

Joan Tapia

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En América (Trump) y en Europa hay una ola, que a veces parece imparable, de populismo nacionalista. Las recientes elecciones en dos 'lander' alemanes (Baviera y Hesse) y en Eslovaquia han aumentado la preocupación y el temor a que el populismo pueda aumentar su fuerza en las elecciones europeas de 2024.

Por eso es clave la importante derrota que los iliberales o populistas han sufrido en las elecciones polacas del domingo que para muchos analistas eran las más relevantes del año. Por dos razones. Una, porque otro triunfo de la extrema derecha del PiS (Ley y Justicia), que gobierna desde 2015, habría sido un paso quizás decisivo en la marcha de Polonia hacia el autoritarismo. Dos, porque Polonia es el país con más peso de los que se adhirieron a la UE en la gran ampliación al Este y también la quinta potencia europea tras Alemania, Francia, Italia y España. Y el Gobierno de Kaczynski estaba empeñado en una deriva antieuropea que amenazaba la cohesión de la UE. Por ejemplo, su oposición a una mínima respuesta común ante el gran reto de la inmigración a la que, junto a Hungría, no ha dejado de poner trabas. Y la deriva iliberal y contra la independencia del poder judicial era tal que Bruselas congeló la ayuda de los 35.000 millones que le correspondían del fondo de regeneración pospandemia.

Además, el conflicto interno polaco era una guerra abierta entre la extrema derecha de Ley y Justicia (del mismo grupo que Vox en el Parlamento Europeo), que utilizaba a su favor todos los medios del Estado, y la liberal (y asociada al PPE) Coalición Cívica, de Donald Tusk, primer ministro de 2007 a 2014 y presidente del Consejo Europeo de 2015 a 2019, al que la televisión pública demonizaba como antipatriota y títere de Bruselas y Berlín. Una guerra de los populistas de extrema derecha, fuertes en las zonas rurales más atrasadas, y el centro-derecha liberal y europeísta, dominante en Varsovia y en las ciudades. ¿La extrema derecha queriendo liquidar a la derecha liberal?

Y los polacos en las elecciones con mayor participación en su corta historia democrática (74% contra 63% en las de 1989, las de la derrota del comunismo) se han movilizado para impedir el retroceso iliberal y el creciente divorcio con los otros países de la UE. Aunque el PiS sigue siendo el primer partido (35,4% de los votos y 194 diputados) ha quedado muy lejos de la mayoría absoluta de 231 a la que aspiraba, mientras que la Coalición Cívica de Tusk (31% y 157 diputados), más sus otros aliados centristas (14,4% Y 65 escaños) y de la izquierda (8,6% y 26 diputados), superan, con el 54% y 248 diputados, la mayoría absoluta tanto en votos como en escaños. Y la Confederación, un partido aún más reaccionario, con solo el 7,2% y 18 diputados, no puede variar la ecuación.

La guerra de Varsovia ha sido la de un partido de extrema derecha (como Vox, pero instalado en el poder) contra el centroderecha liberal y europeísta. No la pelea entre derecha e izquierda. España no es Polonia pero tampoco conviene ignorar lo que pasa allí

La derrota del populismo, que tenía el Gobierno y se creía ganador, ha sido clara. Pero Tusk no lo tendrá fácil. El presidente Andzrej Duda, del PiS, tiene mandato hasta 2025 y puede vetar leyes, y Kaczynski domina también el Tribunal Constitucional. Y el PiS tendrá el primer mandato para formar gobierno que previsiblemente fracasará, por lo que Tusk no será investido hasta diciembre o enero. Además, la coalición ganadora no es un bloque unido sino un conjunto de partidos distintos.  

Pero la clave es que el 54% de los polacos han votado contra el populismo y a favor de las libertades (las mujeres se han movilizado mucho por el temor a más limitaciones al aborto) y que Polonia no será ya un país que, junto con Hungría, boicotee los siempre laboriosos avances de la UE.

Acotación española. Una, Núñez Feijóo debe corregir algunos de sus tópicos. En las democracias el Gobierno no es automáticamente el de la lista más votada, si no el de quien logra más apoyos parlamentarios. Pero España no es Polonia y todavía está por ver si Sánchez pasa de sus 121 a los 178 (los de Puigdemont incluidos) que precisa para ser investido. Dos, Sánchez y Feijóo no deben ignorar que en Varsovia, una capital europea, el gran cisma actual no es de la izquierda y la derecha, sino el del populismo reaccionario (Vox, pero dominando el Estado) y los demócratas y liberales de todo tipo. España no es Polonia (mucho mejor), pero tampoco conviene perderla de vista.

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