Negociación de investidura

La amnistía ‘interruptus’

Lo de aquellos días fue un engaño descomunal. Pero a nadie le gusta ser recriminado como bobo

Toni Comín, durante la presentación del Consell de la República en Bruselas, el pasado sábado.

Toni Comín, durante la presentación del Consell de la República en Bruselas, el pasado sábado. / NATALIA SEGURA

Álex Sàlmon

Álex Sàlmon

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Hace seis años de la independencia que duró unos segundos. Al menos fue proclamada a bombo y platillo, y celebrada por muchos ciudadanos que pasaron de la alegría a la tristeza de inmediato. Hay fotografías del momento. Compararlas explica aquel instante político. No se recuerda un 'coitus interruptus' parlamentario tan definido, aunque estuviera fuera de la legalidad. De aquello, todo lo que ahora ocurre. Tan estrambótico e irreal, tan lejos de una coherencia social, sobre todo social, además de política, que da para una gran novela que algún escritor estará ya preparando.

Uno de los personajes de ese argumento debería ser Toni Comín, probablemente el más poliédrico de todos los protagonistas del ‘procés’. Maragallista, socialista, que no es lo mismo, de Esquerra más tarde, y finalmente de Junts. Línea cristiana, y por lo tanto compasivo, dialogante, transversal, pero incierto. Su evolución política le sirve ahora para poder ser interlocutor en cualquiera de los espacios por donde deambula la amnistía, aunque su punto débil sea la credibilidad.

Decía Comín esta semana que las cosas iban bien con el PSOE y que un proceso de amnistía sería un éxito para la independencia. ¡Pues mal vamos! El mayor problema que tiene esa solución es que no es solución para los que aguantaron, y todavía soportan, las consecuencias del ‘procés’.

De momento nadie está hablando de disculpas. Porque esa es la cuestión nuclear, el reconocimiento de culpa. O lo que es peor, pero más cierto: saberse engañado. Lo de aquellos días fue un engaño descomunal. Pero a nadie le gusta ser recriminado como bobo. Así que una disculpa para continuar siendo independentista es lo que debería gravitar como fundamental para comenzar a hablar de la amnistía.

Comín está tan interesado como Puigdemont en crear los espacios de confianza suficientes que les facilite una vuelta. Pero engaña esa sensación de no existir disculpa. Salvador Illa lo tiene difícil para encontrar el camino a la deseada presidencia de la Generalitat. El PSC debería estar muy preocupado.  

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