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Joan Tapia

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Presidente del Comité Editorial de EL PERIÓDICO.

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Catalunya, ¿adiós tsunamis?

En la Cambra de Barcelona una candidatura políticamente plural derrota a la de la ANC y el alcalde Collboni prioriza el diálogo a la confrontación social

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Los tres temas que marcarán la política de Barcelona en este mandato

Collboni, en el Cercle d'Economia.

Collboni, en el Cercle d'Economia. / Marta Vidal / ACN

Catalunya sufrió hace quince años casi dos tsunamis. El primero fue la crisis de 2008, que provocó la caída del nivel de vida y de las expectativas de gran parte de la población. Incluido el desahucio de ciudadanos que no podían pagar sus hipotecas o alquileres. Surgieron movimientos de protesta, que en 2015 llevaron a Ada Colau a la alcaldía de Barcelona. Y Colau ha sido una alcaldesa que alentó la confrontación entre los “progresistas”, próximos a su radicalismo social y ecológico, y los “retrógrados”, supuestos defensores de intereses particulares.

El segundo fue la sentencia de 2010 del Constitucional que, cuatro años y muchas peripecias después, anuló parte del Estatut de 2006 que ya había sido aprobado por referéndum en Catalunya, lo que generó la radicalización de parte del nacionalismo que llevó a mayorías independentistas en el Parlament, al referéndum ilegal de 2017 y a la Declaración Unilateral de Independencia (DUI). Luego, a la presidencia “vicaria” de Quim Torra.

Y las dos tempestades, el anticapitalismo de Colau y el independentismo de Puigdemont-Torra, aunque opuestos, se retroalimentaron en su ninguneo del Estado de derecho. Catalunya se alejó de la normalidad y se adentró en territorio desconocido. Casi en dos tsunamis antisistema, con la CUP en la punta de lanza de los dos.

Pero los dos han ido perdiendo fuerza. En el ayuntamiento, el pacto Colau-Collboni de 2019 bajó la virulencia antisistema. En 2021, las elecciones catalanas colocaron al PSC como el primer partido y el nuevo presidente Aragonès, de ERC, adoptó una línea más realista. Y hace ya más de un año se rompió la coalición independentista en la Generalitat.

Pero sea por el paso del tiempo, por la “desinflamación” y los indultos del Gobierno Sánchez, o solo por el 155, como dice Rajoy, olvidando la violencia de 2019 tras las condenas del Supremo, la tensión ha bajado y el PSC, partido constitucionalista y catalanista, ha ganado las municipales de mayo y las generales de julio. En estas tuvo más votos que todos los independentistas juntos.

Y dos últimos hechos indican que Catalunya avanza hacia la normalidad. Se acaban de cumplir los primeros 100 días del alcalde Collboni, que fue elegido por una confluencia, poco imaginable, del PSC, los Comuns y el PP. Una carambola que acabó con la era Colau. Y ahora Collboni enfatiza el respeto al espacio público y la seguridad (el orden) y la revisión, sin ruptura radical, de las políticas de ejes verdes y vivienda.

De la protesta y confrontación hemos pasado a un alcalde pragmático, celoso de la independencia municipal pero que sabe que el futuro de Barcelona obliga a un diálogo serio con muchos sectores. Se apunta el retorno a la cooperación con el mundo económico -y con el Gobierno de Madrid- de Pasqual Maragall y Joan Clos, que permitieron los JJ.OO del 92 y la gran transformación de Barcelona. 

El nuevo talante se ha visto en que Collboni, el día antes de hacer su primer balance flanqueado por su equipo municipal, dió una conferencia en el Cercle d´Economía, entidad con una visión más amplia que las patronales, y el mensaje fue: diálogo para lograr sintonía y compromisos.

Y aún tiene más relevancia lo sucedido en la sociedad civil, en las muy recientes elecciones en 'la Cambra', la Cámara de Comercio de Barcelona. Hace cuatro años arrasó la candidatura independentista de la ANC, que puso de presidente al radical Joan Canadell, que luego dimitió para intentar ser diputado estrella de Junts. Su sucesora, Mònica Roca, suavizó las formas.

Pero el cambio más significativo se acaba de producir ahora. En las nuevas elecciones la ANC ha tenido solo 21 electos frente a los 31 de la otra candidatura, políticamente transversal, que prioriza la defensa de los intereses de las empresas y recuperar el abandonado papel en la Cámara de España. Y Canadell no ha sido reelegido en su gremio.

El nuevo presidente será Josep Santacreu, exdirector de una aseguradora médica que fue vicepresidente de FemCat. No es, pues, un enemigo del nacionalismo, pero prioriza el papel económico de la Cambra.

Catalunya ha salido del tsunami y va recuperando la normalidad. Una normalidad que -no hay que olvidarlo-siempre ha estado marcada por el catalanismo

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