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Más allá de la huelga de guionistas

Los autores han logrado concesiones, pero también hay que abordar la inteligencia artificial desde el ámbito legal

En el caso de la tercera entrega de "Avatar", se retrasará oficialmente un año y pasará a estrenarse el 19 de diciembre de 2025, lo que provoca que la cuarta y quinta secuela de la saga no salgan hasta el 21 de diciembre de 2029 y el 19 de diciembre de 2031, respectivamente. Foto de archivo. EFE/EPA/ETIENNE LAURENT

En el caso de la tercera entrega de "Avatar", se retrasará oficialmente un año y pasará a estrenarse el 19 de diciembre de 2025, lo que provoca que la cuarta y quinta secuela de la saga no salgan hasta el 21 de diciembre de 2029 y el 19 de diciembre de 2031, respectivamente. Foto de archivo. EFE/EPA/ETIENNE LAURENT / Etienne Laurent / EFE / EPA

El sindicato de guionistas de EEUU ha suspendido tras 148 días su huelga, una vez alcanzado un principio de acuerdo que sus asociados deberán ratificar durante la próxima quincena. No obstante, ya han vuelto a su trabajo, y la industria volverá a recuperar lentamente su ritmo de producción, tras un parón colectivo que ha obligado a retrasar fechas de estreno de largometrajes y temporadas de series televisivas.

Las reclamaciones de los autores de los guiones, y el contenido del acuerdo con la industria, tenían un primer componente puramente centrado en condiciones laborales: han conseguido aumentos de salario y garantías de que, en función del presupuesto y envergadura de cada proyecto, se deberá contar con un mínimo de personal creativo. Pero sobre la mesa han estado también las dificultades de adaptación a un paradigma de la industria que ya no puede calificarse de nuevo (las diferencias entre el sistema de explotación de la televisión en abierto, o incluso en cable, basada en estrenos y reposiciones, respecto a la fórmula de la disponibilidad inmediata e indefinida de sus creaciones que caracteriza al 'streaming'). En este sentido, han conseguido promesas de mayor transparencia sobre la esquiva métrica de la audiencia digital y obtener mayor rendimiento económico por las continuas reemisiones y ventas de derechos al extranjero. Un cambio de las formas de consumo no debería suponer un descenso de ingresos de los creadores cuando no conlleva como, en este caso, una caída de ingresos del conjunto de la industria. 

Los huelguistas también se han enfrentado a otro gran cambio de las reglas del juego que de momento solo muestra atisbos de hasta dónde puede llegar pero que avanza a pasos agigantados, la aplicación de la inteligencia artificial (o de formas de explotación de algoritmos que se califican como tal impropiamente) a labores creativas. Los huelguistas han logrado concesiones de los productores (no utilizar la IA para crear material original y no imponerles el uso de estas herramientas). Pero las posibilidades que brindan son aún demasiado imprevisibles para pensar que se puedan acotar, únicamente desde un punto de vista proteccionista, incluso en un sector tan regulado y con controles sindicales como es Hollywood. Será difícil, en los casos en que las aplicaciones de la IA sirvan claramente para aumentar la productividad, de las empresas, de los creadores y, más claramente, en las tareas más rutinarias, evitar que estas vayan ocupando espacios. Y ni siquiera está claro que esto tenga que significar una amenaza para el mantenimiento de puestos de trabajo (al menos en algunos sectores o tareas).

Otra cosa son las objeciones que se puedan plantear desde el punto de vista de explotación de los derechos de autor por creadores de contenidos de textos, plásticos o audiovisuales, desde los autores individuales a las empresas de medios. Justo estos días, escritores de primera fila ha optado por la vía de los tribunales en EEUU para cuestionar el «robo a gran escala» de sus obras para alimentar los motores de una herramienta como ChatGPT. Combinar imágenes, textos e informaciones creados por otros para darles nueva forma o responder a consultas en forma de lenguaje natural no es crear una nueva obra. Hay mucho margen (en este caso desde flanco legal) para fijar unas nuevas reglas del juego que no supongan un expolio abierto de la creatividad.