Limón & Vinagre
Josep Cuní

Josep Cuní

Periodista.

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Borja Sémper, el equilibrista

En menos de 24 horas, pasó de no querer hacer el canelo con el plurilingüismo que se estrenaba en el Congreso a hablar en su euskera natal en el hemiciclo

Sémper reconducirá el desconcierto sobre las lenguas: "Hay que centrarse en el pago a los independentistas"

Archivo - El portavoz del comité de campaña del PP, Borja Sémper.

Archivo - El portavoz del comité de campaña del PP, Borja Sémper. / A. Pérez Meca - Europa Press - Archivo

La coherencia está sobrevalorada. Y tiene sus riesgos. Lo recordaba el añorado Joan Barril, quien ilustraba nefastas páginas de la historia del siglo XX protagonizadas por mentes perversas que se obsesionaron con ser congruentes con sus fobias hasta el minuto final. Y llenaron el mundo de drama y desolación. Con ello no pretendía devaluar la cualidad del comportamiento sino situarla en su punto medio. Allí donde confluyen la necesidad y la virtud.

La práctica política suele buscar la coherencia en el ojo ajeno sin aceptar la incoherencia en el propio. Y cuando esta es señalada públicamente, precisa de mil y una excusas para justificarse, apelando al movimiento continuo de la vida y al cambio de posiciones generales. Desde John Maynard Keynes a Pedro Sánchez todos han recurrido en un momento u otro a las fuerzas externas que obligan a las internas a amoldarse.

Cuando cambian las circunstancias suelo cambiar de opinión, sentenció el primero apelado por un contrincante al que espetó: "¿Usted no?". Algo parecido hizo el actual presidente en funciones para justificar los indultos a los condenados por el 'procés'. Lo cual indica que entre la exigencia de mantener las convicciones puras con sus riesgos añadidos de inmovilismo e intransigencia, y la frivolidad de actuar como un veleta sin rumbo y en el lodo, hay un lugar donde instalarse.

Algo de eso intuyó Borja Sémper Pascual (Irún, 10 de enero de 1976) cuando, en menos de 24 horas, pasó de no querer hacer el canelo con el plurilingüismo que se estrenaba en el Congreso a hablar en su euskera natal en el hemiciclo. También en pocos minutos pasó de ser abandonado por los socios, a ser crucificado por los propios a través de las redes. Pero la batalla del pinganillo el día de su estreno no fue más allá y lo que era inasumible hasta antes de las elecciones ha sido posible por la exigencia de la aritmética parlamentaria posterior que ha obligado a los socialistas a ser flexibles hoy con su rigidez de ayer.

Salir de duda

Tanto es así que intentaron capitalizar su modulación cediendo al diputado Gómez Besteiro el honor de inaugurar la sesión hablando en gallego, bajo la inadaptada y perdida mirada de Núñez Feijóo, que se había proclamado públicamente bilingüe para negarse al cambio del reglamento que ya le permite desde el martes el uso de su otra lengua. En pocos días, y en su previsiblemente fallida sesión de investidura, saldremos de dudas y comprobaremos si cae en la misma tentación que su compañero Sémper para congraciarse también con quienes le dieron cuatro mayorías absolutas en Galicia.

Fue precisamente el actual líder del PP quien rescató a Sémper para la política, de la que había desertado tres años antes por su descontento con el rumbo que había tomado. Forjado en la difícil plaza de Euskadi para un cargo popular, superviviente de varios atentados de ETA, dúctil libre pensador, elegante padre de familia e interlocutor que domina los dotes de la seducción, el presentador de aquel 'verano azul' que no fue, sigue teniendo sus pies desnudos sobre la arena intentando adaptarse a los virajes de un partido que busca su norte enmendándose permanentemente a sí mismo. Ante lo cual, y con su sonrisa habitual, procura sonrojarse lo menos posible, mientras sigue la norma de Confucio de no pretender apagar con fuego un incendio, ni remediar con agua una inundación.

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