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El bisabuelo cebolleta

González y Guerra

González y Guerra / FERNANDO ALVARADO / EFE

Albert Sáez

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La juventud se alarga y la vida activa también. Vivimos más años sin sentar la cabeza y también pasamos más años en los que se nos puede ir la cabeza. Todo ello provoca que lo que los expertos llaman la distancia cognitiva entre generaciones crezca exponencialmente. Dicen que la que hay hoy en día entre un padre y un hijo es equivalente a la que antaño había entre un abuelo y un nieto. Quiere ello decir que Alfonso Guerra y Felipe González son, en lo que respecta al conocimiento compartido, los bisabuelos de Pedro Sánchez. Difícil que se entiendan. Por no decir casi imposible que se encuentren. Y más que improbable que los votantes de Sánchez se hayan enterado de los exabruptos que han proferido los viejos rockeros del PSOE sobre la amnistía nonata. Para ser influyentes de verdad, en lugar de haber hecho una conferencia en el Ateneo deberían abrir un canal de TikTok. Alberto Núñez Feijóo es más mayor que Sánchez y Aznar más joven que Guerra o González. Lógico que aún influya.

No es nada fácil ser bisabuelo en la era digital. Sirva el ejemplo de Luis Rubiales respecto a Jenni Hermoso o el del propio Guerra con Yolanda Díaz. Y eso no les exime de nada. La mitad de lo que acontece pasa fuera del radar con el que a esas edades se observa la realidad. Y la otra mitad resulta incomprensible. La principal diferencia entre unos y otros no es ideológica, sino que tiene que ver con la percepción de la realidad. Los bisabuelos digitales tienen que preguntar mucho y hablar poco para que lo que digan resulte ciertamente significativo para sus bisnietos cognitivos. Seguramente lo que intentan decir no está exento de razones. Las comparaciones con la transición son indudablemente ofensivas. Pero convertirse simplemente en profetas del apocalipsis no ayuda a que sean escuchados. Quizás también Sánchez debería haber ido a verlos algún día, pero ellos apostaron por Susana Díaz sin piedad y han tenido desde entonces un mal perder. Como lo tuvieron también cuando Zapatero se les coló de imprevisto. Para ser bisabuelo digital hay que ser magnánimo con los errores porque la vida es muy larga y se acumulan.

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