Política migratoria

Perder el alma, ganar elecciones, gobernar

Europa delega en dictaduras o países desgarrados el control del flujo de inmigrantes. Les da millones para que impidan que lleguen a las costas europeas y mira hacia otro lado cuando los torturan, los ahogan, o los abandonan en el desierto para que mueran

Lampedusa, colapsada tras la llegada de 6.000 inmigrantes en 24 horas.

Lampedusa, colapsada tras la llegada de 6.000 inmigrantes en 24 horas. / ALESSANDRO SERRANO / AFP

Alfonso Armada

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El título no es un telegrama sobre la situación política española. Europa delega en dictaduras o países desgarrados el control del flujo de inmigrantes. Les da millones para que impidan que lleguen a las costas europeas y mira hacia otro lado cuando los torturan, los ahogan, o los abandonan en el desierto para que mueran. 

En el tercer volumen de sus 'Diarios' Rafael Chirbes cita al Vasili Grossman de 'Vida y destino' hablando de Chéjov, que “habló de Rusia como nadie lo había hecho antes. Dijo que lo principal era que los hombres son hombres, solo después son obispos, rusos, tenderos, tártaros, obreros”.

No existen los catalanes, los negros, los transexuales, los moros, los viejos... 

¿Cómo de obsceno (o de adolescente) es que minorías separatistas reclamen trato de favor (judicial, fiscal, político) e inexistentes derecho a decidir y autodeterminación en suelo europeo cuando tantos pierden la vida tratando de llegar aquí, guerras desgarran Ucrania o Sudán y el cambio climático borra fronteras?

A cuenta de Simone Weil, el historiador Fernando García de Cortázar dijo que Albert Camus vio siempre en la autora de 'A la espera de Dios' “la enérgica ejemplaridad de quien afirma la consistencia de la justicia y el amor, rechazando cualquier complicidad con una forma deshumanizada y deshumanizadora de vivir”. ¿Qué haría ella hoy?

'The Economist' es una revista liberal. Algunos de los ensayos más críticos sobre los abusos del libre comercio se han podido leer estos años en sus páginas. En un editorial de septiembre de 2015 titulado ‘Exodus’ se leía: “La historia de la emigración es un catálogo de temores exagerados, con incontables ejemplos de exiliados que llegan a formar vibrantes comunidades que enriquecen a sus países anfitriones: los judíos, los armenios, los 'boat-people' vietnamitas y los asiáticos de Uganda, por citar un puñado. La Willkommenskultur alemana es correcta desde un punto de vista moral, económico y político. Representa un ejemplo para el mundo”. Se refería a la decisión de la entonces cancillera alemana Angela Merkel de acoger a cerca de un millón de refugiados sirios.

“El asilo no es una cuestión de caridad, ni de hospitalidad o de piedad en el sentido moral (…). Es un derecho. Un derecho que la inmensa mayoría de los gobernantes europeos (con honrosas excepciones) no toma en serio e incluso sitúa en grave riesgo de desaparición". Palabras del jurista Javier de Lucas en la desaparecida revista 'Ahora'. 

Gonzalo Fanjul, impulsor de la Fundación porCausa, sabe que “la última década ha visto cómo Escandinavia mutaba de región santuario a laboratorio de la impermeabilización fronteriza”. Y que en el debate migratorio es más fácil ser de derechas que de izquierdas, pero exige la izquierda que se sigue llamando progresista (¿qué fue de la socialdemocracia escandinava?) que piense: “La emigración es un derecho fundamental precisamente porque no todo el mundo puede aspirar en su país a la protección y dignidad humana que merecen” y “la razón de los bajos salarios y la inequidad no son los migrantes sino el sistema”. Europa envejece. Necesitamos África.

Suscríbete para seguir leyendo