Obras del Camp Nou
Jordi Mercader

Jordi Mercader

Periodista.

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El viacrucis culé

Las obras de Camp Novíssim están presupuestadas en 900 millones y deberían finalizar en julio de 2026. Mantener la fecha y el coste se intuye un reto magnífico para darle a Florentino Pérez una lección de gestión de obras

El Real Madrid ya ha gastado 893 millones en la reforma del Bernabéu

¿Qué es y cómo se calcula el límite salarial en LaLiga?

Camiones dentro del recinto en obras del Camp Nou, en Barcelona, al amanecer.

Camiones dentro del recinto en obras del Camp Nou, en Barcelona, al amanecer. / MANU MITRU

La sospecha de que no todos los barceloneses son culés está tomando cuerpo, es más, incluso algunos vecinos del Camp Nou, ahora en fase de derribo, tampoco exhiben la pasión y el sacrificio que se supone que debería tener todo barcelonista ante los inconvenientes de la reconstrucción del viejo estadio, para tener el mejor Camp Nou del mundo. Y eso que las obras no han hecho más que empezar. Y sabiendo que antes de acabar el viacrucis de toda obra monumental, los azulgranas deberán sobrevivir al ataque de sana envidia en cuanto el rival por antonomasia inaugure, a finales de año, su espléndido nuevo Bernabéu.

El Real Madrid presupuestó para su particular octava maravilla 575 millones y acabará pagando unos 800 millones; lo iniciaron en 2020 y pretendían inaugurarlo a finales de 2022 y según parece lo harán el próximo diciembre. Claro que el proyecto del Barça no tiene por qué repetir los errores de planificación de su máximo rival; ni parece que tampoco vaya enfrentar una complejidad como la del césped retráctil del estadio madridista, una innovación que amenaza con ser fuente de problemas técnicos y de chirigota de los rivales, en el momento que se produzcan. Para Florentino Pérez es un riesgo empresarial asumible para alcanzar su propósito de tener ocupado el recinto con actividades varias cuantos más días mejor, para obtener el mayor número de millones posibles.

La experiencia atesorada por la gestión de los dirigentes del Barça a sus seguidores, en los últimos años, no puede mover al optimismo. Josep Maria Bartomeu es ya materia judicial y las palancas de Joan Laporta no parecen otra cosa que sutiles maniobras para privatizar parte del club, especialmente el entorno proveedor de ingresos. Todos sus esfuerzos han quedado retratados al hacerse públicos los topes salariales de los clubes. El Real Madrid podrá gastar en salarios 727 millones (44 más que en la temporada anterior) y el FC Barcelona 270 millones (378 menos que en el ejercicio anterior). Para hacerse una idea, solo cien millones más del tope fijado para los equipos de Segunda División. Naturalmente, el consuelo deportivo de la temporada pasada no es baladí para los culés, se ganó la Liga en una situación que ya apuntaba la precariedad económica finalmente confirmada. 

Las obras de Camp Novíssim están presupuestadas en 900 millones de entrada y deberían finalizar en julio de 2026. Mantener la fecha y el coste se intuye un reto magnífico para darle a Florentino Pérez, presidente de ACS, una lección de gestión de obras por todo lo alto. Y si no se produce, no pasa nada, porque en cuanto lleguemos a 2026 o 2027, la guerra ya será otra. En aquel momento, vikingos y culés discutirán sobre cuál de los nuevos estadios luce mejor, y cuál es el escenario más sagrado para los aficionados acérrimos de lo suyo. Poco importarán los ruidos, el polvo, el peregrinaje a la cima de Montjuïc, los retrasos en las obras y los millones de sobrecoste que se habrán aprobado. Además, una liga bien oportuna lo bendecirá todo.

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