La campaña militar (109)
Jesús A. Núñez Villaverde

Jesús A. Núñez Villaverde

Codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH).

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Zelenski intensifica la lucha contra la corrupción

Sigue siendo mucho lo que le queda a Ucrania (y a su presidente) para ganarse el aplauso y el apoyo tanto de sus propios habitantes como de la Unión Europea 

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El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, visita a los soldados en la línea de frente

El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, visita a los soldados en la línea de frente / EP

Junto a su promesa de encontrar una solución al conflicto bélico con Rusia, la lucha contra la corrupción y la mejora de la pésima situación económica fueron factores decisivos en la victoria presidencial de Volodímir Zelenski, en abril de 2019. Hoy, cuando ya se debate sobre la conveniencia o la oportunidad de convocar nuevas elecciones en mitad de la guerra, Ucrania tan solo ha logrado pasar del puesto 126 al 116 (de un total de 180 países) en la clasificación anual de Transparencia Internacional, mientras que su PIB registró el pasado año una caída del 30% y la contraofensiva en marcha todavía no ha deparado resultados significativos. No parece que ese sea un envidiable balance, por mucho que sea mayoritaria la voluntad de defensa frente al invasor, para un candidato con voluntad de revalidar su cargo y para quien necesita imperiosamente suministros de armas y apoyo económico del exterior. Zelenski sabe, en definitiva, que necesita hacer mucho más en un terreno en el que tanto sus votantes como sus aliados externos ya le están pidiendo cuentas.

Ese doble interés explica los últimos movimientos del presidente ucraniano. Por una parte, a mitad de agosto, decidió cesar a todos los jefes regionales de las oficinas de reclutamiento militar. Tras el escandalo que saltó el pasado junio sobre el enriquecimiento ilícito del responsable de la oficina en Odesa, Zelenski puso en marcha un proceso de investigación que ha desembocado en el fulminante cese de unos responsables manchados por denuncias de aceptación de sobornos. Las crecientes necesidades de personal para mantener el pulso de la guerra y el temor a ser reclutado, en el marco de la prohibición para los comprendidos entre los 18 y los 60 años de abandonar el país, han terminado por alimentar una práctica fraudulenta, trufada de certificados médicos falsos y de “olvidos” de la llamada a filas, de la que algunos están sacando provecho.

En esa misma línea hay que incluir la sustitución del ministro de defensa, Oleksii Reznikov, por Rustem Umerov. No se trata tanto de que Reznikov estuviera personalmente implicado en esas prácticas corruptas, como de que queda señalado como el máximo responsable de todo lo que ocurra en su área. Con su relevo, Zelenski pretende mostrar tanto a sus conciudadanos como a sus aliados exteriores su voluntad de limpiar decididamente esos focos de podredumbre política y económica, al tiempo que el nombramiento de un reconocido líder tártaro y de confesión musulmana también le puede dar réditos electorales.

Y, por si eso no fuera suficiente, ahí queda la detención de Igor Kolomoiski, una de las tres personas más ricas de Ucrania y uno de los principales artífices del ascenso político de Zelenski, como dueño del canal privado de televisión 1+1, en el que el propio Zelenski se hizo popular como protagonista de una serie humorística. Con todo ello, el presidente ucraniano no solo trata de mostrar su sinceridad en la lucha contra la corrupción, caiga quien caiga, sino también de enviar un mensaje a quienes hoy se están aprovechando fraudulentamente de las penurias por las que está pasando el conjunto de la población.

Aun así, y aceptando que la eliminación de la corrupción es un desiderátum que ningún país ha cumplido plenamente, sigue siendo mucho lo que le queda a Ucrania (y a Zelenski) para ganarse el aplauso y el apoyo tanto de sus propios habitantes como de una Unión Europea que todavía marca distancias cuando se habla de adhesión y de unos aliados cada vez más exigentes.

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