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Piel sana, 'corpore' sano

DANSA - Instant del ballet 'Seven Sonatas', de la companyia del Teatre Mariïnski

DANSA - Instant del ballet 'Seven Sonatas', de la companyia del Teatre Mariïnski / Natasha Razina / Teatre Mariïnski

Marta Royo Espinet

Marta Royo Espinet

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Hace ya un tiempo, Sanex, el líder en higiene corporal, lanzó una campaña de comunicación basada en el poder de comunicación de la piel. Después de más de una década enseñando cómo funciona y trabaja la piel y cómo funciona y actúa Sanex, el jabón dermocosmético por excelencia, para seguir manteniendo la piel sana, decide apostar por un cambio en su comunicación mostrando el cuerpo y la expresión corporal como protagonistas. El nuevo enfoque se basa en explicar los beneficios de estar en contacto con los demás a través de la piel: cómo de bien nos hace sentir estar cerca de las personas que queremos. Cuando nos tocamos, cuando nos abrazamos, cuando recibimos un masaje o cuando simplemente tenemos cualquier contacto corporal con otra persona. Hablar en clave de beneficio, para mí, sigue siendo la magia de las grandes marcas. Lo de "soy simpático" ya no vale. Lo cambió por un "hazme sonreír"...

Dice Sanex: "Tu piel tiene el poder de convertir el estrés en calma" (David Linden, profesor de Neurociencia de la Universidad Johns Hopkins, dixit). ¿Y por qué las personas que tienen contacto piel con piel de forma habitual presentan unos niveles más bajos de estrés y de ansiedad? Porque el contacto físico entre nosotros provoca sentimientos positivos: consigue que el cerebro segregue oxitocina (la famosa hormona de la felicidad), y eso hace aumentar la autoconfianza y genera sensación de calma.

Sanex es una de las muchas marcas que en los últimos años ha basado su comunicación en abrazar la salud mental. Una estrategia no gratuita cuando leemos datos desgarradores, hoy en día, sobre esta problemática tan extendida.

Si según la Organización Mundial de la Salud los problemas de salud mental serán la principal causa de discapacidad en el mundo en 2030 (1 de cada 4 personas tendrá un trastorno mental a lo largo de su vida; entre el 35 % y el 50 % no recibe ningún tratamiento o el que recibe no es el adecuado; el 12,5 % de todos los problemas de salud son mentales —una cifra superior a la del cáncer y los problemas cardiovasculares—; más de 300 millones de personas en el mundo viven con una depresión —un problema de salud mental que ha aumentado un 28,4 % entre 2005 y 2021—, y el 50 % de los problemas de salud mental en adultos empiezan antes de los quince años y el 75%, antes de los 18—), me pregunto por qué nos cuesta tanto hablar abiertamente de la salud mental. O, mejor dicho, de los trastornos y/o las enfermedades mentales.

En pleno siglo XXI, en la era de las nuevas tecnologías y de la inteligencia artificial, y después de una pandemia mundial, de dónde parecía que las personas teníamos que salir más empáticas y más comprensivas, ¿por qué podemos decir muy fuerte que nos hemos roto una pierna y, en cambio, todavía decimos con la boca pequeña que estamos rotos por dentro? ¿Por qué es muy normal decir que nos hace daño la cabeza, pero todavía nos cuesta mucho decir que nos hace daño el alma? ¿Por qué en medio de un almuerzo se puede decir sin ataduras que "tengo diabetes y no puedo tomar azúcar", pero no se puede decir que tengo una tristeza infinita? ¿Por qué se puede ser hipertenso y no es políticamente correcto decir que una persona es ansiosa? ¿Por qué no cuesta nada decir que tienes un hijo celíaco, pero cuesta mucho decir que tu hija sufre anorexia?

Hay muchos porqués todavía por responder. Ya existen asociaciones y entes sin ánimo de lucro que trabajan para hablar fuerte y claro de los problemas mentales (Obertament o Teléfono de la Esperanza, por poner dos ejemplos), pero seguimos muy lejos de normalizar los trastornos y problemas mentales y convertirlos en patologías habituales, sin ningún estigma y que deben ser abordados con la medicación y el tratamiento correspondientes.

La publicidad, esta disciplina que conecta productos y marcas con personas, tiene una gran oportunidad de contribuir a visualizarlo en momentos como los que estamos viviendo.  

La publicidad puede (debe) desempeñar un papel importante como concienciadora de muchos temas punzantes de actualidad, entre los que encontramos, por descontado, el de la salud mental.

La publicidad puede (debe) utilizar su influencia mediática para informar, educar y reducir el estigma.

La publicidad puede (debe) educar y sensibilizar creando campañas que hablen de salud mental, de cómo combatir los problemas que conlleva la falta de salud mental y de cómo buscar ayuda.

La publicidad puede (debe) explicar y enseñar historias de superación, lo que decimos "testimoniales", para inspirarnos a buscar ayuda y alentarnos en que todos podemos sufrir problemas de salud mental y que todos nos podemos salir.

La publicidad puede (debe) ofrecer recursos y servicios disponibles para quien vaya más perdido.

En definitiva, la publicidad puede (debe) contribuir a reducir el estigma de las enfermedades mentales desafiando estereotipos, sobre todo, cuando las campañas (como la de Sanex) hablan en clave de beneficio: enseñar situaciones positivas para cambiar su percepción, fomentar la empatía entre nosotros, incorporar dentro de la cultura del día a día las enfermedades mentales, normalizando las conversaciones sobre el tema y mostrándolas como una parte más de nuestras vidas. Es interesante cuando también difunde prácticas saludables que nos pueden ayudar tanto a tratar ciertas patologías como a prevenirlas: buenas prácticas alimentarias, ejercicio físico, meditación y mindfulness o, como Sanex, como tener una piel sana para tener un cuerpo sano.

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