Subida al Park Güell

Los vecinos de la Baixada de la Glòria recuperan las escaleras mecánicas con el miedo de un nuevo alud de turistas

Los residentes tampoco ven claro que la plataforma, que tendrá un uso muy intensivo, sea reversible

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Turistas camino del Park Güell, en el último tramo de escaleras de la Baixada de la Glòria, este lunes

Turistas camino del Park Güell, en el último tramo de escaleras de la Baixada de la Glòria, este lunes / Ferran Nadeu

Carlos Márquez Daniel

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"Ya era hora", espetaban los vecinos de la Baixada de la Glòria en febrero de 2023, cuando empezaron las obras de sustitución de las escaleras mecánicas que salvan el tremendo desnivel de la calle. Y "ya era hora", decían este lunes, el día en el que se han estrenado dos de los tres nuevos tramos automáticos. Son reversibles (y da un poco la sensación de que esto va a ser un problema), se han eliminado los muros y el proyecto va de la mano de la transformación de la calle, con plataforma única y parterres que ahora parecen tumbas pero que en el futuro albergarán plantas. Los vecinos están contentos, pero intuyen un nuevo alud de turistas.

Estas escaleras que empiezan en el barrio de Vallcarca i els Penitents y terminan en la Salut se inauguraron en enero de 1989. Fueron las primeras en superficie de la ciudad, porque las del metro de plaza de Catalunya que suben hasta la Rambla, Pelai y el bar Zurich, instaladas en 1968, fueron las primeras de Barcelona. Aunque siendo justos, las pioneras se colocaron muchos años antes, con motivo de la Exposición Universal de 1929, para subir a Montjuïc. Ya no están, pero una estructura de hormigón permite intuir un ingenio que entonces era una auténtica revolución.

Un descanso antes de seguir subiendo por la Baixada de la Glòria.

Un descanso antes de seguir subiendo por la Baixada de la Glòria. / Ferran Nadeu

Una escalera mecánica, como sucede con el Bus de Barri, puede ser la diferencia entre salir o no salir de casa. Mucha gente puede elegir usarlas o subir andando, pero en esta Barcelona que envejece, son cada vez más los ciudadanos que no tienen opción. La lógica invita a pensar que estas personas solo tienen problema al subirlas. Pero en muchas ocasiones es casi al contrario, pues la bajada, aunque físicamente pueda resultar más asequible, genera más inseguridad a muchas personas mayores.

Años aciagos

Este lunes eran unos cuantos, sobre todo mujeres, los vecinos que se arremolinaban en los distintos tramos inaugurados de la Baixada de la Glòria, para subirse a las escaleras. Como si fuera su primera vez. "Hemos pasado años muy malos. Antes porque estaban siempre estropeadas, y todos estos meses, con las obras. Pero benditas escaleras. Ya era hora. El único problema es que esto se va a volver a llenar de turistas", resumía Mónica. El tramo que todavía está manga por hombro no estará operativo hasta verano, ha anunciado la teniente de alcalde de Urbanismo, Laia Bonet, que se ha dado una vuelta por la calle. Mientras duren estos trabajos, el consistorio mantiene el servicio de taxi gratuito para las personas empadronadas en la calle con problemas de movilidad reducida.

El primer tramo de escaleras. La calle que cruza, la avenida de Vallcarca

El primer tramo de escaleras. La calle que cruza, la avenida de Vallcarca / Ferran Nadeu

De esta manera, las que ya funcionan están entre la avenida de Vallcarca y Mare de Déu del Coll y entre Sostres y la avenida del Coll del Portell. De Verdi a Sostres es donde todavía se sigue removiendo tierras para encajar la infraestructura. Todo estará listo por unos cinco millones de euros. Y durante los tres primeros meses, una cuadrilla de agentes cívicos se encargarán de que todo vaya bien.

Bajada de la paciencia

Que sean reversibles, como lo son el 60% de las 100 escaleras mecánicas instaladas en toda la ciudad, puede que en la Baixada de la Glòria genere cierta incomodidad. Vaya por delante que el plan inicial era colocar una para subir y otra para bajar, pero la anchura de la calle, por menos de un metro, no lo permitió. El problema es que estamos ante una de las rampas automáticas más usadas, y eso va en contra del invento.

El tramo todavía en obras, entre las calles de Verdi y Sostres

El tramo todavía en obras, entre las calles de Verdi y Sostres / Ferran Nadeu

Lo normal es que la escalera suba, y si alguien baja solo tiene que apretar un botón. En ese momento, si un vecino está a bordo, en cuanto llegue al final, la máquina da una vuelta entera. Si nadie ha entrado de nuevo, se para y se pone verde arriba: momento de descender. Que no haya de manera recurrente gente en sentido Park Güell es lo que no convence a los vecinos. "Me he tenido que esperar más de cinco minutos para bajar porque no paraban de venir familias de guiris", se quejaba una residente con su perrita. Este diario ha hecho la prueba un par de veces y (no lo tomen como ciencia cierta) sí da la sensación de que ir hacia abajo será mucho más laborioso que ir hacia arriba. Más dura será la caída, suele decirse.

¿Más señalización...?

Otro inconveniente que se ve venir es la ausencia de señalización o cartelería. Cuando dentro de tres meses se marchen los agentes cívicos, los residentes, que ya conocerán al dedillo el funcionamiento de las escaleras, se encontrarán a diario con nuevos turistas a los que enseñarles el mecanismo. Solo está prevista una pantalla en la que, por ahora, solo se informa del horario de la instalación, de 7 a 23 horas. "Se hará un acompañamiento para modificar lo que sea necesario", ha precisado Bonet.

La teniente de alcalde ha repasado la hoja de ruta municipal en materia de escaleras mecánicas. Ha recordado que su vida útil es de unos 20 años, y que con las actuaciones previstas hasta 2028 (con 24 unidades substituidas) la edad media de las instalaciones pasará de 12,6 a 8,5 años. Todo un 'lifting' reversible.