Producto caro
Francesc Reguant

Francesc Reguant

Economista. Miembro del comité asesor de la Acatcor (Associació Catalana de Comunitats de Regants).

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¿Qué pasa con el aceite de oliva?

Las causas del fuerte incremento de precios del último año hay que vincularlas a diferentes aspectos: la sequía, la evolución de los 'stocks' y factores culturales o dietéticos

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Botellas de aceite de oliva con alarmas en un supermercado de Barcelona

Botellas de aceite de oliva con alarmas en un supermercado de Barcelona / JORDI OTIX

El olivo es un árbol típicamente mediterráneo. Su producción se realiza básicamente en los diferentes países del arco mediterráneo, a pesar de que minoritariamente se están incorporando a la producción otros países como EEUU, Suráfrica y Australia. Europa produce el 63% del total global. España es el primer productor mundial. Pero lo que motiva que hablamos del aceite de oliva es el fuerte incremento de precios que ha sufrido los últimos tiempos este producto. En concreto, el aceite de oliva virgen de junio 2022 a junio 2023 se ha incrementado un 85% y ha seguido subiendo.

Las causas hay que vincularlas a diferentes aspectos: la sequía, la evolución de los 'stocks' y factores culturales o dietéticos. El olivo es un árbol que tiene un ciclo productivo un poco bianual, hay años de buenas cosechas seguidas de cosechas más migradas en el año siguiente, pero este hecho vinculado a la genética de la planta no justificaría estos incrementos de precios. El origen nace en la pérdida de cosechas en España, pero también en otros países del área mediterránea debido a la sequía persistente, supuestamente relacionada con el cambio climático. Si tomamos como referencia la campaña 2021/22 la producción europea de aceite de oliva fue de 2.272.000 toneladas, el resto del mundo produjo 1.120.000 toneladas. Las previsiones para la actual campaña 2022/23 son de sostenimiento de la producción fuera de la UE pero de caída de un 39% de la producción europea, que pasaría a 1.385.000 toneladas. España sería el país más afectado por las pérdidas productivas (-56%).

Un aspecto crítico son los 'stocks'. Estos, en la UE, han pasado de 671.000 toneladas, el 30 de septiembre de 2022, a una previsión de 280.000 toneladas un año después. Es decir, una caída del 58%, que proviene de algún fenómeno especulativo desde ámbitos de fuera del sector, pero básicamente se explica por el acaparamiento del sector de la distribución para garantizar el suministro de un producto básico, a partir de las expectativas sobre producción y reservas. Además, en este proceso se ha añadido el consumidor final, alertado por una redundante campaña de alarmismo mediático. En cualquier caso, los 'stocks' a la baja hacen subir los precios.

Hay un tercer factor cultural-dietético. El aceite de oliva forma parte de nuestra dieta mediterránea tradicional, pero cada vez más es mundialmente valorado a partir de los estudios científicos recientes. El informe PREDIMED, realizado sobre una población de 7.500 personas, concluyó que una dieta mediterránea suplementada con aceite de oliva virgen extra y frutos secos redujo un 30% la incidencia de mortalidad cardiovascular, infarto y ictus cerebral. Esta alta diferenciación de calidad explica la extraordinaria inelasticidad de la demanda de aceite de oliva. El consumidor acepta precios mucho más altos antes que sustituirlo por otro aceite.

El aceite de oliva es el oro verde de nuestra gastronomía. Catalunya es productora de aceite, si bien con una cuota limitada (2% de la producción española) destaca por su calidad a partir de variedades diversas, entre las cuales la arbequina, reconocida mundialmente, pero sin ningunear la 'empeltre', la 'aiguadell' y otras.